Fuego y agua
Édouard Glissant decía algo así que malamente traduzco:
“El pasado al que estamos sometidos, el que todavía no ha emergido como historia para nosotros, está, sin embargo, obsesivamente presente. El deber de quién escribe es explorar esta obsesión, enseñar su relevancia de forma continua en el presente inmediato. Esta exploración está relacionada, pero no a una cronología esquemática ni a un lamento nostálgico. Lleva a la identificación de una noción del tiempo dolorosa y a su completa proyección hacia el futuro…”
Eso es lo que llama una visión profética del pasado. El tiempo lineal, pasado, presente, y después futuro, no es una verdad o realidad, sino una perspectiva, un cuento que la minoría del mundo nos hemos creído. Cosmologías Budistas, hinduistas e indígenas en todo el planeta, desde la nación Kichwa en los andes ecuatorianos, Maorí en Aotearoa Nueva Zelanda, a la filosofía Unhu/Ubuntu compartida por muchas comunidades indígenas Africanas, entienden que el tiempo no es lineal. En vez de escribir una lista de nombres infinitos, en este enlace pueden ver un mapa que desmiente y desnaturaliza muchos estados coloniales. Como dicen las zapatistas, en este enlace pueden ver “un mundo donde quepan muchos mundos, donde quepan todos los mundos”.
Hasta en Europa, paganos, brujas, y demás gentes perseguidas también entienden el tiempo como cíclico. Entonces, una vez asumido que el tiempo no es lineal, que eso es una herramienta colonial y capitalista, podemos entender el presente y re-imaginar el futuro. Vivir en el presente cómo queremos que sea nuestro futuro para que lo sea. Porque el pasado es el presente. En España, la división política solo se explica con sus historias de guerras civiles. Su racismo, con la expulsión de gitanos, judíos, musulmanes, y demás gentes en 1492 y por sus historias de colonización, intra- e internacional. Escribo historias y no historia porque siempre son plurales, todas las historias están relacionadas, nadie existe sin los demás. El hecho de que “la historia” sea una palabra en singular demuestra que te estas tragando el cuento de una sola perspectiva, lejos de ser una verdad o realidad. El cuento que alguien ha querido que te creas. Érase una vez, muchas veces y muchas voces. La pregunta es si estás escuchando. ¿Oyes el murmuro del agua y el crujir del fuego? Tenerife, sí.
Escribo esto porque arde Tenerife
Porque según un Dr. en Física; Meteorólogo Superior del Estado, el incendio es incontrolable por el cambio climático. Porque según un bombero, el Gobierno no mandó a los bomberos cuando ardió el primer foco. Porque me arde la sangre de que siga muriendo tanta vida en Canarias. Porque el pasado está en el presente, y Canarias tiene un pasado, presente, futuro de resistencia, brega, amor, cuidado, vida. Al igual que de colonización, genocidio, ecocidio, esclavitud y migración forzada. Un territorio africano que, al ser un archipiélago, con el agua abraza a todas las costas del mundo, lejos de ser ultra periférico y aislado.
El fuego nos recuerda la continuidad del colonialismo y capitalismo. La gente asesinada por fronteras en las aguas y costas de Canarias recuerdan la continuidad de la esclavitud, donde el Atlántico sigue siendo un cementerio. Dónde hay tal extrema degradación de la vida, también hay resistencia a ello. Dónde hay “España”, también hay movimiento panafricano.
Tenemos fuego en el presente por nuestro pasado, gente ahogada y sequías por nuestro pasado; no sigamos con este sistema y subjetividades que llevan a él si no lo queremos en el futuro. Ricos cómo Juan Roig o Amancio Ortega, multinacionales como Red Eléctrica o Endesa, instituciones como la ONU o UE, sólo tienen dinero, no el poder. Que no nos hagan creer que el dinero es poder. El poder está en la relación, en las comunidades, en la interdependencia, en la vida. Nosotras somos poder, y podemos vivir hoy un futuro mejor.
No un futuro donde mande el dinero y el capital ante la vida. Tenemos el poder de vivir hoy como queremos que sea mañana.
Aunque así es hoy porque así fue en el pasado, se resistió, se resiste. Aunque nos hagan pensar que el daño ya este hecho, aunque nos asuste la subida de temperaturas, el sentir que no hay marcha atrás, recordemos que este presente es el pasado, se resistió y se resistirá. Aunque arda, aunque se inunde, recordemos que, sin lava, sin fuego y agua, no habría tierra, y somos tierra. Somos fuego y agua.
Cecilia Cáceres