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Goya con abanicos encarnados pero sin garra

Los Premios Goya del Cine Español han sido, históricamente, un escaparate reivindicativo de los más diversos temas. Aprovechando la presencia masiva de autoridades de toda laya, desde ministros a presidentes autonómicos o  máximos representantes de partidos, el mundo del cine, parte importante del mundo de la cultura, asumía generalmente su papel como supuesta progresía poniéndose al lado y en defensa de la democracia, las libertades, los derechos humanos y enfrentándose a los abusos de poder del propio estado español. Todos recordamos durante el gobierno Aznar en 2003 y el Trío de las Azores con la Guerra de Irak la protesta unánime y dura de los artistas en los Goya de ese año, o la que armaron denunciando y enfrentado la crisis en 2009 o la defensa del Juez Garzón en el 2012. Ese sentido crítico, agitativo y rompedor es característico de una cultura viva.  

Este año, en un tremendo tostón de gala, mal presentada y peor desarrollada, que solo la tremenda capacidad de aguante de mi esposa, esperando siempre alguna chispa de protesta ante una situación política  que nos impone la Ley Mordaza fue capaz de aguantar íntegra. Solo la reconforto algo el recordatorio a ¡No a la Guerra! repetido por la veterana Marisa Paredes que recordaba así su grito del 2003. Toda la reivindicación consistió en una vindicación del papel de la mujer en el cine pero olvidando las circunstancias más perentorias que destruyen el estado de derecho y la democracia, como es la absoluta injerencia del estado en el poder judicial desde el Tribunal Constitucional  a la Fiscalía y Audiencia Nacional como hoy mismo ha puesto de relieve el comunicado público de “Jueces para la Democracia”. El comunicado habla “de los contactos de miembros del Gobierno, empezando por su Presidente, a magistrados del Tribunal Constitucional previos a la deliberación sobre la admisión a trámite del recurso interpuesto por el propio Gobierno contra la resolución del Presidente del Parlamento de Cataluña. …….Es por ello que tales contactos son inadmisibles en un Estado de Derecho y no tienen otro objetivo que tratar de influir en el sentido de la resolución a dictar por el Alto Tribunal” continuando con una crítica al CGPJ:  “Ante las inaceptables interferencias del poder político en la independencia de nuestros tribunales, ha de ser criticada la inacción y el silencio del Consejo General del Poder Judicial, máxime cuando es el órgano que precisamente tiene por misión fundamental defender la independencia de los jueces”

Como si oyeran llover. Ni artistas ni autoridades se salieron del guión. Eso sí, pudimos ver a los artistas, la claque pública y hasta a la “oposición política” abanico encarnado en ristre, pero guardando un absoluto silencio. Por supuesto que nadie portó un lazo amarillo. ¡Hubiera sido un anatema absoluto y motivo de repudio!

Seguramente que la música del rap no es cultura ni les inquieta al mundo del cine, pero en estos día hemos asistido a las condenas al mallorquín Josep Miquel Arenas Beltrán “Vàltonic” por la Juez Lamela, la misma que mantiene en prisión “preventiva” a los Jordis; a los 12 componentes de “La Insurgencia” condenados a dos años y un día de prisión y, de nuevo a Pablo Hasel al que ya habían condenado a dos años en 2014. Súmase los presos “preventivos” y los exiliados –“fugados” en lenguaje oficial- del Procés Catalá y tenemos que preguntarnos ¿Dónde carajo se ha quedado la sensibilidad social de la cultura española?

Incluso un catalán poco sospechoso de independentismo como el periodista de la SER Carles Francino en su cotidiana intervención en el programa “La Ventana” ha lanzado un duro ataque a toda esta progresía intelectualoide: «¿A nadie, absolutamente nadie del mundo del cine, de la cultura, tan proclive a la protesta y a la reivindicación, a nadie le chirría que haya unos tíos en la cárcel, ¡en prisión preventiva!, que lleven tres meses sin juicio ni nada?». Aclarando que no estaba en absoluto de acuerdo con lo que hicieron los presos políticos catalanes y tras expresar su rechazo absoluto a esas prisiones, terminó diciendo: «Bien, como nadie lo dijo en la gala de los Goya, pues ya lo digo yo: así tampoco vamos a ningún sitio».

Sorprende aún más que ni David Verdaguer, premiado como mejor actor de reparto, hiciera algún gesto de apoyo a los presos y exiliados, sobre todo teniendo en cuenta, que unos días atrás, en los Premios Gaudí de la Acàdemia del Cinema Catalá, tanto él –que actuó como presentador- como la directora de la Acàdemia, Isona Pasola, hicieran muy reivindicativos discursos sobre la actuación represiva gubernamental en Catalunya en una gala que mezclaba los lazos amarillos con el #lesdonessonaquí de la reivindicación feminista.

Ese paso de los “No a la Guerra” al absoluto silencio sobre la situación represiva que se va extendiendo como una mancha de aceite por el estado español y sus colonias solo puede explicarse por el contexto del miedo que el gobierno de M.Rajoy está logrando extender en una sociedad que parece anestesiada, miedo que va desde la pérdida de subvenciones al más primitivo de perder la libertad.

 Jueces dispuestos a ello, haberlos, haylos.

 

Francisco Javier González

Gomera a 5 de febrero de 2018

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