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La invasión cultural

Me preocupa la hipocresía de aquellas personas que no son canarias y vienen aquí a decirnos qué debemos hacer, a qué debemos dedicarnos y a quién debemos dejar entrar”

Estamos en una deriva colonial que poco a poco acabará con lo que queda de Canarias y en lugar de señalar a los verdaderos culpables sólo somos capaces de meternos con los más indefensos, algo propio de aquellos que sufren la dominación y en lugar de rebelarse canalizan esa rabia hacia personas que perciben con más debilidad que la suya propia”

Por todos es conocida la elevada densidad de población que tenemos en las Islas Canarias, por pocos es distinguido el detalle del flujo migratorio en Canarias y para más de los que a mí me gustaría la culpa de dicha saturación es del continente vecino. A este respecto los datos son claros: la población del continente africano en Canarias no supera lo aportado por países europeos como Italia. Si juntamos la aportación de Alemania, Reino Unido e Italia, estos tres países triplican al continente africano. Mientras que América contribuye hasta 6 veces más que África en los datos de 2019 facilitados por el Gobierno de Canarias.

Me preocupa la hipocresía de aquellas personas que no son canarios y vienen aquí a decirnos qué debemos hacer, a qué debemos dedicarnos y a quién debemos dejar entrar. Me preocupa porque es un descaro que desplaza la soberanía del pueblo canario y porque es un sector poblacional para el que trabajan nuestros políticos. Me preocupa la falta de empatía de aquellos que han llegado para buscar mejores oportunidades, pero una vez aquí sufren de amnesia emocional, no hay peor opresor que el oprimido, como ya señaló Paulo Freire.

¿Llegará un momento en el que seamos extraños en nuestra propia tierra? ¿Llegará ese día en el que un europeo tenga más peso por el simple hecho de comprar una parcela a precio desorbitado fruto de la especulación inmobiliaria y de la destrucción ambiental que ellos mismos crearon?

Por desgracia está sucediendo, para muchos canarios nuestra identidad como nación se reduce a un folclore de copia y pega, al “léxico canario” del sobre de azúcar, a las fotos en la playa con la típica frasecita, a un refresco de fresa y a unas ambrosías de una empresa cuyo nombre ni sus fundadores saben el significado. Nuestra identidad fue desplazada por la verdadera invasión, una invasión cultural cuyo objetivo es reducir la identidad del pueblo canario a cachos.

Y como consecuencia Canarias está deprimida, con baja autoestima y se deja pisotear sin plantar cara. Cuando no existe ese verdadero orgullo es imposible que exista una seria oposición, simplemente estamos en una deriva colonial que poco a poco acabará con lo que queda de Canarias y en lugar de señalar a los verdaderos culpables sólo somos capaces de meternos con los más indefensos, algo propio de aquellos que sufren la dominación y en lugar de rebelarse canalizan esa rabia hacia personas que perciben con más debilidad que la suya propia.

En Canarias ha sucedido lo mismo que pasaría si tiramos un montón de mierda por ahí, que si te descuidas y no tienes control se multiplican las ratas. Siento meter a las pobres ratas por medio, no se merecen esta comparación, pero aquí al montón de mierda le han llamado prosperidad y a las ratas le dan estatus de inversores, de salvadores de la economía del bienestar. Y ahora cuando toda esta basura se extendió por el territorio a alguno no le queda más remedio que protegerla para que las ratas no se mueran. No fue el pueblo quién ha crecido con el auge del sector turístico, esa prosperidad no es más que un espejismo de lo que podíamos lograr por nosotros mismos y sin embargo hemos dejado que otros vengan a llevarse mientras al isleño le dejan con un salario con el que poder endeudarse.

Por tanto, para la oleada de racismo hace falta más empoderamiento, más amor propio, otra razón de peso por la que reivindicar la verdadera cultura e historia canaria y no dejar que la continúen invadiendo. 

J. Pablo Monzón




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