La Piedra que Llora: Leyenda de Guadajume
«Dicen los ancianos que allí, entre riscos y laurisilva, se abría una cueva donde la piedra lloraba»
En tiempos antiguos, cuando los gomeros silbaban en los montes y el agua era más sagrada que el oro, existía un barranco oculto, mágico, un rincón de La Gomera olvidado hoy, cuyo nombre ha sido reemplazado por el accidente geográfico que lo cubre y el recuerdo de un sanguinario cuyo nombre profana la memoria de este lugar: la Degollada de Peraza. Aquel lugar se llamaba Guadajume, el manantial oculto, el barranco del agua secreta en la lengua de aquellos antiguos gomeros.
Dicen los ancianos que allí, entre riscos y laurisilva, se abría una cueva donde la piedra lloraba. Del corazón de la roca brotaban gotas de agua, sin manantial ni lluvia. Resbalaban por las paredes como lágrimas silenciosas, formando un pequeño espejo de agua en el fondo oscuro.
Aquel sitio no era solo fuente. Era refugio, santuario, y para muchos, el alma de la isla.
Cuentan que cuando los gomeros se alzaron contra la tiranía, su rebelión se desvaneció en un torrente de sangre, y las lágrimas de la piedra se entrelazaron con el dolor de la tierra, convirtiendo el agua que brotaba en un canto de memoria y duelo. Guadajume lloraba por los suyos —por los que murieron, por los que resistieron, por los hijos arrancados de su tierra y por los rostros que nunca regresaron. Dicen que el agua de la cueva fue arrebatada de la tierra, llevada lejos, tratando de hacerla desaparecer como al mismo pueblo.
Con el paso del tiempo, llegó el cemento. La carretera que ahora cruza esas laderas sepultó la entrada de la cueva bajo asfalto y grava. La piedra que lloraba desapareció, y nunca más se volvió a ver el agua que brotaba del corazón de la roca.
Sin embargo, aún hay quienes recuerdan ese lugar. Y cuentan que, en las noches más tranquilas, cuando todo está en calma, si caminas por la carretera, puedes oír, bajo tus pies, un suave goteo…
Como si la cueva siguiera viva, llorando en silencio.
Fuente y contexto histórico del topónimo Guadajume:
Una hipótesis sobre el topónimo Guadajume —tal como aparece en los planos catastrales de La Gomera— (o su variante Guahedum/e) sugiere que combina dos elementos: Guada‑, común en muchos lugares de las islas y relacionado con arroyos o cauces de agua, y ‑jume, que podría hacer referencia a un rasgo del terreno, como un peñasco o un pedregal. Según los mayores de la localidad, el Guadajume era un paraje rocoso del que brotaba agua: las piedras escarpadas por donde manaba el manantial formaban una pequeña cueva con una poza natural en su interior, a la que acudían generaciones de familias gomeras de la zona —entre ellas mi abuela Teresa Hernández Navarro y sus familiares, conocidos localmente como “los patricios”— para recoger agua. Según la leyenda oral, sería en esta cueva de Guadajume o Guahedum donde se encontraba el conde Hernán Peraza antes de su ajusticiamiento, lo que podría hacer referencia a la misma cavidad. La zona del Guadajume fue destruida con la construcción de la carretera a Playa Santiago.
Tomás Alonso Hernández
Arquitecto por la Escuela de Arquitectura de Las Palmas de Gran Canaria. Experto en Desarrollo urbano y Ciudades inteligentes por la Universidad de Ciencias Aplicadas de Viena. Técnico civil por la cámara de arquitectos de Viena. Experto en sostenibilidad y miembro consultor de la sociedad alemana para la construcción sostenible (DGNB).