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¿Por qué dicen “yo no soy racista, pero”? una perspectiva psicosocial sobre la percepción de la conducta racista

El clima de incertidumbre de la actual crisis favorece ese entorno confuso en el que todos los males van a ser atribuidos a un fenómeno migratorio convenientemente sobreexpuesto en la opinión pública”

El nivel de racismo es directamente proporcional a la intensidad percibida del fenómeno migratorio por parte de la sociedad”

Este enfoque no puede explicar la situación de algunas personas llegadas a Canarias que viven aún con más rechazo y desprecio esta situación, pese a tener la misma condición de inmigrante”

Cuando escuchas la palabra racismo, ¿qué te viene a la cabeza? lo primero que te puede venir a la cabeza es aquella postura o ideología que manifiesta la superioridad de una raza sobre las demás o el prejuicio y estigma hacia algunas razas en concreto. Sin embargo, esta es una concepción clásica y bastante limitada que no encaja del todo con los sucesos del presente.

Existe una forma más sutil de racismo, sin llegar a ese etnocentrismo o superioridad biológica de raza, pero racismo, al fin y al cabo. Para empezar, implica que los individuos manifiesten estar en contra de aquellas formas tradicionales de racismo (no soy racista, pero…) y se sostiene en conductas basadas en estereotipos y prejuicios no conscientes que se manifiestan en situaciones sociales incómodas y contextos complejos (como el fenómeno migratorio) en las que el sujeto siempre tiende a situarse a favor del endogrupo (grupo social del que la persona se siente parte) llegando a dar un trato discriminatorio hacia el otro grupo social.

En este caso, más que indicar su odio o rechazo sobre la minoría étnica, manifiesta favoritismo o prevalencia hacia su propio grupo y no se percibe como racista. No son personas que discriminen a otras cuando existan normas sociales claras respecto a la situación y puedan quedar señalados precisamente como racistas. El rechazo surge a partir de situaciones más complejas en las que el consenso social no está del todo claro y la ética se difumina. Y esta es la situación de muchas personas residentes en Canarias. El clima de incertidumbre de la actual crisis favorece ese entorno confuso en el que todos los males van a ser atribuidos a un fenómeno migratorio convenientemente sobreexpuesto en la opinión pública.

Se trata de una reminiscencia del racismo tradicional en aquellas personas que aún continúan experimentado un conflicto entre su experiencia o aprendizaje personal y los estereotipos colectivos adquiridos. Normalmente, la experiencia personal logra tumbar ciertos estereotipos adquiridos que pueden dar lugar a conductas racistas, ya que lo normal es que una persona que tiene experiencias con minorías estigmatizadas se da cuenta que esos prejuicios son falsos y el esfuerzo consiste en admitir que esa experiencia no es una excepción y que la rareza es precisamente el prejuicio. Las personas que logran superar esa disociación consiguen dejar atrás las conductas de discriminación y aquellos que poseen una mayor prevalencia de estereotipos adquiridos frente a la experiencia propia dan lugar a conductas aversivas hacia las minorías.

En base a esos prejuicios adquiridos, algunos tienden a cuestionar el comportamiento del inmigrante por el hecho de ser inmigrante africano en lugar de hacerlo por la situación o factores sociales referentes a su lugar de origen.

Bajo este enfoque, el nivel de racismo es directamente proporcional a la intensidad percibida del fenómeno migratorio por parte de la sociedad. Ya que los actores que intervienen en la construcción de la percepción colectiva, como medios de comunicación y políticos, son los primeros en tildar por un lado de irregular la situación de muchas personas (un claro eufemismo de ilegal y por lo tanto estamos ante una situación sin amparo de la ética), y por otro lado de excepcional en cuanto al número y frecuencia de llegadas. Aunque es cierto que ambas concepciones son válidas, desde el punto de vista legislativo por parte del término “irregular” y desde una visión estadística por parte de la frecuencia, son términos que facilitan las implicaciones psicosociales que dan lugar a la situación descrita en párrafos anteriores, en la que no existe un consenso social claro y la disonancia conduce a un proteccionismo endogrupal excesivo e irracional que concluye en una discriminación racial basada en atribuir los sucesos negativos que acontecen en el entorno. Por todo esto, medios de comunicación y políticos están actuando a favor de esta oleada y son responsables directos del rechazo hacia estos colectivos que llegan huyendo de situaciones precarias en su país de origen, es lo que conocemos como racismo institucional.

Sin embargo, este enfoque no puede explicar la situación de algunas personas llegadas a Canarias que viven aún con más rechazo y desprecio esta situación, pese a tener la misma condición de inmigrante. En este caso, si se trata de una visión más clásica de racismo en la que se creen superiores tanto cultural como biológicamente y en este sentido también lo proyectan sobre el canario cuando dicen, por ejemplo, que no tendríamos economía ni sustentabilidad de no ser por ellos. Por lo tanto, hay que tener un poco más de percepción de la realidad cuando se tilda de xenófobos a algunos canarios que sólo tratan de hacer ver quiénes son los que proyectan el odio. Para terminar, me permitirán crear un término que describa a estos extranjeros con aires de superioridad: kanarífobos (fobia a los canarios).

J. Pablo Monzón




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