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El Día de Canarias y el denominado Pacto de Calatayud

“Que leídos y es nuestra merced y voluntad que por ser como son nuestros vasallos sean tratados, y defendidos, y amparados como lo son nuestros vasallos y súbditos y naturales de todos nuestros reinos. Y si alguna persona quisiera ir contra de tales personas canarias o lo en esta Carta contenido mandamos a nuestro Justicia proceda contra tales personas con todo rigor de Derecho”

A lo largo de los últimos años hemos sido testigos de alguna que otra discusión sobre si el denominado “Día de Canarias” evocaba la rendición y el sometimiento de los canarios frente a las armas de la conquista. En ese sentido, se señala que, un 30 de mayo de 1481, un rey canario rendía vasallaje en la corte de Calatayud (Aragón), y que este evento histórico era lo que se escondía realmente detrás del institucional 30 de Mayo. De esta forma, el “Día de Canarias” estaríamos conmemorando la rendición y el vasallaje de los canarios: la derrota de todo un pueblo después de una cruenta guerra de conquista. El 30 de mayo se convertía en una fecha execrable, puesto que, como señala alguna consigna, “ningún pueblo celebra su derrota”.

Para otros, este planteamiento no tendría ningún sentido, puesto que en el “Día de Canarias” lo que se celebra oficialmente es la constitución definitiva del Parlamento de Canarias el 30 de mayo de 1983. Un dato que se puede verificar sin ningún problema en el Boletín Oficial de Canarias:

“El Pleno del Parlamento de Canarias, en su sesión de 9 de marzo de 1983 estableció, por unanimidad de la Cámara fijar la celebración del Dia de Canarias en la fecha de constitución definitiva del Parlamento, evento que se produjo el día 30 de mayo”.

De hecho, si lo deseamos, podemos indagar un poco más para completar la información. Y en la CanariWiki, leer lo siguiente:

“La decisión de esta celebración surgió de una proposición no de ley presentada por el diputado del Grupo Mixto Oswaldo Brito, donde solicitaba establecer la celebración del Día de Canarias y que fue admitida a trámite por acuerdo de la Mesa del Parlamento Provisional de Canarias de 9 de febrero de 1983. En marzo de ese mismo año se celebró el debate parlamentario, del que surgió la iniciativa final de hacer coincidir la fecha con la constitución del Parlamento de Canarias, una propuesta del Grupo Socialista aprobada por unanimidad.

Teniendo en cuenta esta información —aparentemente— no tendríamos que señalar nada más. El tema está aclarado y vincular el “Día de Canarias” con el “Pacto de Calatayud” resulta absurdo. Por tanto, hasta aquí llegaría la polémica. Y, de hecho, estaríamos de acuerdo con ese “no se puede decir nada más sobre el asunto” si esto no supusiera ignorar algunas cuestiones importantes; ignorar que en la celebración del primer “Día de Canarias” —el 30 de mayo de 1984—, en el discurso pronunciado por el historiador, arqueólogo y primer director general de Patrimonio Histórico, Celso Martín de Guzmán, se vincularon ambas fechas, lo que Jerónimo Saavedra (presidente de Canarias en 1984) denominó como “coincidencias históricas”.

Saavedra —en un homenaje póstumo a Celso Martín de Guzmán en el año 2008—, recordó que encargó al historiador y arqueólogo “el primer discurso que se hacía de la interpretación de nuestra historia en el primer Día de Canarias”. Un discurso en el que Martín de Guzmán “dijo cosas importantes, que muchos no sabían y que algunos le criticaron, pero el tiempo ha venido a demostrar que tenía razón”.

Saavedra señalaría la importancia dada al que calificó como “héroe civilizador, al héroe ocultado e incomprendido, a quien el Archipiélago debía la forja de la sociedad histórica de la que hoy los canarios de las siete islas somos sus legítimos herederos y trasmisores, gracias a una política auténticamente excepcional”. Se refería a Tenesor Semidán o Fernando Guanarteme, hombre que fue rey de Gran Canaria y que terminaría por convertirse en “caudillo natural con su compañía de canarios en otras islas”. Tenesor Semidán, como aliado de los castellanos en la conquista (por lo tanto, como conquistador), “fue a La Palma y posteriormente a Tenerife, constituyendo el núcleo, el corazón, de esa canariedad de la que hoy tanto se habla y tan poco se hace por ella”. Esto es lo que resaltaba Jerónimo Saavedra rememorando el discurso pronunciado por Martín de Guzmán: Fernando Guanarteme sería una suerte de precursor, “constituyendo el núcleo, el “corazón” de [la] canariedad” actual.

Situaba Saavedra la génesis de esa “canariedad” en esos convulsos momentos de la conquista y confrontaba la actuación del rey canario con “la resistencia romántica y bonita de los “Bentejuis” que pretendían salvar el suelo, la tierra y el solar, [mientras que] él [Fernando Guanarteme] lo que pretendió salvar fue al pueblo, la gente, los hijos, los hombres. Y por eso se negocia lo que haya que negociar. La vida es lo que es innegociable. El suelo se puede perder, se puede vender o se puede ganar, la vida no”.

Y es por esas profundas convicciones que Tenesor Semidan (Fernando Guanarteme), trasmutado en héroe, acude supuestamente a las cortes de Aragón el 30 de mayo de 1481 para pactar “el derecho de libertad de los canarios”, el denominado “Pacto de Calatayud”, y confirmar “el primer testimonio en el que consta que un reino indígena, el reino de Canaria, negoció por primera vez un tratado internacional con una monarquía europea”.

Llegados a este punto resolvemos la principal cuestión que queríamos aclarar sobre cómo se produjo la vinculación de ambas fechas, y la manera en la que el “Día de Canarias” pasó a tener una lectura que va más allá de la que señala el Boletín Oficial. Además, queda claro que fue desde la propia institucionalidad desde donde se promovió la conexión del 30 de Mayo, “Día de Canarias”, con aquel otro 30 de Mayo de 1481 en Calatayud. Por tanto, no fueron los independentistas canarios los que de repente decidieron deformar los hechos y vincular la “celebración de la autonomía” con el vasallaje rendido por los Guanartemes en Calatayud, sino que desde el poder se realizó una “interpretación” de la historia para adaptar los hechos a un determinado discurso político. Un discurso en el que se vinculaba la “canariedad”, esa cosa tan ambigua, al vasallaje rendido por la aristocracia indígena de la isla de Gran Canaria a los Reyes Católicos. Discurso político que, oficializado de forma subterránea, no duda en acusar de “románticos” a los que defienden que la Canarias de hoy en día tiene su génesis en unos hechos luctuosos y, por supuesto, en la enconada “resistencia” entablada contra los conquistadores.

Para Saavedra y para Celso Martín de Guzmán el “Pacto de Calatayud” nos incorporó “por la puerta grande a la Historia Universal” (no se puede ser más romántico); mientras que el discurso de la resistencia  a la conquista  de los “Bentejuis” —en alusión a la reivindicación de la resistencia indígena frente a la conquista en la isla de Gran Canaria—, esa lectura que señala que la conquista de Canarias fue un hecho de armas terrible; lectura que da importancia y centralidad a la conmemoración de otras efemérides, como la victoria guanche en Acentejo, en mayo de 1494, o a la denominada Rebelión de los Gomeros de 1488 (por no hablar del homenaje a los héroes muertos de la resistencia, como Hautacuperche, Bentor, Chimenchia o el propio Bentejuí), este discurso de la resistencia indígena nos dejaría, según el oficialismo consagrado por la autonomía, en la periferia de la historia.

Curiosamente, de todo esto podemos sacar lecciones muy interesantes a la hora de entender la Canarias actual, asumiendo que la lectura e interpretación que hagamos de la historia nunca es un acto inocente y sin consecuencias.

La historia siempre es interpretación, siempre se sujeta a la hermenéutica, al arte de interpretar y de comprender. Como señala Gadamer en Verdad y método: “Solo la distancia en el tiempo hace posible resolver la verdadera cuestión crítica de la hermenéutica, la de distinguir los prejuicios verdaderos bajo los cuales comprendemos, de los prejuicios falsos que producen los malentendidos”. Y lo que para nuestra reflexión ahora resulta más importante: “la comprensión comienza allí donde algo nos interpela”. Y el 30 de Mayo, como Día de Canarias o como el día de aquel pacto de sumisión, nos sigue interpelando, puesto que oculta algunas líneas importantes para la comprensión de nuestra historia.

Finalmente, entendemos el limitado objetivo de este artículo, por lo que dejamos pendientes para otro momento los enormes problemas que quedan abiertos con relación a la vinculación del “Día de Canarias” con un evento que algunos comprenden como la celebración de la derrota, la traición o la cobardía. Problemas tan importantes como el de saber quién fue aquel rey canario que se presentó en Calatayud hace 543 años (la mayoría de los historiadores coinciden en negar que se pudiera tratar de Fernando Guanarteme) o los auténticos motivos que guiaron la actuación de los Semidanes, esa familia que, como señala Roberto Hernández Bautista, en Los Semidanes en Canarias, “se hace con el control político de la isla de Gran Canaria” en el siglo XIV, instaurando “un sistema político aristocrático, desigual, estratificado en beneficio de una clase nobiliaria detentadora de los medios de producción”. Buena parte de esta aristocracia indígena entendió en un momento dado que no tenía sentido ofrecer más resistencia a la conquista castellana, y terminan participando ellos mismos —otrora sujetos de conquista— “activamente en las conquistas de las islas de La Palma y Tenerife en busca del mantenimiento de su estatus y de beneficios económicos”. Terminada la conquista, “los Semidanes se adaptaron al nuevo modelo social acaparando casi el 10% de las propiedades repartidas a conquistadores y colonizadores en las islas de La Palma y de Tenerife”.

Sería interesante seguir reflexionando sobre todos estos hechos y sus implicaciones en la configuración histórica de Canarias y, especialmente, de la Canarias actual, donde seguimos sumidos en una “encarnizada” confrontación por el territorio, la dignidad y el futuro. El “Día de Canarias” —esa celebración de la autonomía— nos oculta todavía muchas cosas sobre nosotros mismos y nuestra historia. De la misma forma, queda para otro momento seguir profundizando en el hecho de que tal vez no fue una “coincidencia histórica” y realmente se hizo «coincidir» la fecha del «Día de Canarias» con la del supuesto «Pacto de Calatayud». Aunque, sea como sea, en el discurso y en la interpretación de la historia, las dos fechas han terminado por coincidir de forma inevitable.

 

El País Canario

 

 

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