¿Y si nos viéramos con muchas autopistas impresionantes y pocos hospitales?
¿Y si resultase, después de todo, que lo verdaderamente urgente no eran más autopistas ni trenes sino mejorar lo que tenemos implementando el transporte público (guagua) y dedicar recursos a Educación, infraestructuras hidráulicas, agricultura o Sanidad?
Los del ‘no a todo’, los ‘terroristas sociales’, los que sólo queríamos la ruina y la miseria de esta tierra según todos ellos (CC, PSOE, PP… y ahora Santiago Pérez y Podemos que dicen que somos de Coalición Canaria) en lo único que hemos insistido es en la necesidad de atender primero a los servicios básicos
Cuando hace unos días vi a la consejera de Sanidad, al presidente del Gobierno y a unos cuantos más (muchos de ellos de uniforme que digo yo si aquí nadie tiene que trabajar…), sobre un escenario celebrando el gran éxito del aislamiento del alemán con coronavirus en La Gomera, porque por lo visto se coordinaron con un éxito tremendo cuando probablemente lo que tuvimos fue una suerte que ni nos la creemos; ciertamente que me comencé a preocupar por este asunto. En verdad, si éstos estaban de fiesta… ¿quién se estaba ocupando de lo que podía ocurrir y que tenía en alerta a medio mundo?
Bueno, pues el caso es que llegados a este punto nos encontramos con un pequeño problemita que no sólo puede poner en jaque nuestra primera industria, lo cual lamentablemente pues ya parece inevitable (¡a un familiar le están preguntando de la península si va a asistir o no a un curso el próximo fin de semana en León no tanto por el cariño, que también supongo, sino por si les lleva el bicho para allá!), sino en lo que puede suponer de histeria colectiva de difícil control, que efectivamente es lo peor que nos podría pasar.
Pero hace más de treinta años que le estamos dando vueltas al asunto del hospital del Sur, que imagínense ustedes lo que tenemos a día de hoy que a los italianos infectados los están sacando del Sur para traérselos a La Candelaria, hospital ya saturado hasta las trancas, porque efectivamente la sanidad privada, esa que lo soluciona todo y que concertamos a precio de oro, inmediatamente se los sacudió de encima como a las pulgas.
Román Rodríguez, por entonces responsable de todo eso, decía que para qué más hospitales en ese Sur cuando ahora nos vende trenes y sí que se ocupó de que Gran Canaria contara con al menos un hospital moderno del que Tenerife sigue careciendo a día de hoy. Remiendos es lo que tenemos aquí, mientras nos disparamos un túnel de Erjos por 300 millones de euros que es justamente lo que costaría un moderno hospital de primer nivel.
¿Y si resultase, después de todo, que lo verdaderamente urgente no eran más autopistas ni trenes sino mejorar lo que tenemos implementando el transporte público (guagua) y dedicar recursos a Educación, infraestructuras hidráulicas, agricultura o Sanidad? Hombre, para los que vivimos el día a día de centros escolares cayéndose literalmente a trozos o servicios sanitarios, como en Centro de Especialidades de San Benito con dotaciones de mobiliario de hace 50 años pareciera que sería algo como razonable cambiar el orden de prioridades que han establecido los de la ‘emergencia climática’, que curiosamente sólo piensan en más autopistas para más coches, y a ver si la puñetera mala suerte (y la irresponsabilidad de los que se han puesto a vender la piel del oso cuando no habíamos visto sino malamente la punta del iceberg) nos va a enfrentar a una realidad conocida, perfectamente conocida, pero ignorada por décadas como es el tristemente famoso caso del hospital del Sur, el del Norte, el del Este y el del Oeste. Desidia por los cuatro puntos cardinales en esta materia, es a lo que me refiero.
Los del ‘no a todo’, los ‘terroristas sociales’, los que sólo queríamos la ruina y la miseria de esta tierra según todos ellos (CC, PSOE, PP… y ahora Santiago Pérez y Podemos que dicen que somos de Coalición Canaria) en lo único que hemos insistido es en la necesidad de atender primero a los servicios básicos y, llegado el caso, llevar a cabo las actuaciones que fueran necesarias ¡sólo las necesarias que no incluye ni más autopistas, ni más puertos ni aeropuertos por el momento! con el mínimo impacto sobre un territorio ya demasiado cascado. Y llegados a este punto, y dada la coyuntura que se nos presenta por delante a un año vista al menos asunto del coronavirus, sólo espero que ellos tengan razón y que nuestras necesidades básicas y perentorias sean las de más piche. Por el bien de todos es lo que espero y deseo, que los del ‘no a todo’ hayamos estado equivocados lo más grande.