25 de Mayo. Día de África: independencia y neocolonialismo
Aunque muchos de los factores y circunstancias han cambiado, y los propios escenarios políticos no han dejado de mutar a nivel mundial, Mehdi Ben Barka sigue aportándonos en este texto motivos de reflexión y análisis de gran interés que permiten contrastar la “larga marcha” del continente africano. El carácter meramente nominal de muchas independencias africanas ha sido y, desgraciadamente, en muchos casos no ha dejado de ser, una innegable realidad. El neocolonialismo se convirtió en el sustituto ideal del colonialismo a la hora de garantizar la expropiación de todo tipo de riquezas. Sin duda, Europa convirtió a África en su “patio trasero”. El intervencionismo francés, belga, español, etc., dan cuenta de lo afirmado por Ben Barka en relación a la americanización de Europa y a la latinoamericación de África. Aunque, en este caso, no hay Doctrina Monroe que valga. África no será para los africanos, pero tampoco será el feudo exclusivo de las antiguas metrópolis; los EE.UU. y China han entrado con fuerza en la disputa de los recursos que ofrece el continente.
El papel de las Islas
Canarias juega un importante papel en este nuevo episodio neocolonial; la africanidad de las Islas –por más que algunos se empeñen en discutirla– es una de las principales bazas en esa dura batalla de influencias, intervencionismo y control. En este sentido, las Islas se han conformado como plataforma colonial privilegiada desde la que lanzarse sobre África.
El fragmento que les ofrecemos ha sido extraído del texto “Problemas actuales de la revolución nacional en África y en Asia”, intervención de Ben Barka en nombre de la Delegación de la UNFP en la III Conferencia de Solidaridad de los Pueblos Afroasiáticos, en Moshi, Tanganika, 4-11 de febrero de 1963. Este texto se encuentra compilado en Opción revolucionaria para marruecos y escritos políticos 1960-1965 (1967), auténtico testamento político de Mehdi Ben Barka.
Las falsas independencias, o la “América Latina” de Europa
Desde esta perspectiva, hemos escuchado con particular satisfacción el lenguaje franco y sincero del informe político que subraya que “la independencia adquirida por algunos países no es más que nominal”.
He aquí que la característica fundamental del neocolonialismo, cuyo sentido y mecanismo internos debemos descubrir para poder desbaratar sus maniobras más fácilmente.
La comprensión de la realidad neocolonialista, el estudio preciso de los medios que emplea, el aislamiento de los elementos que le sirven de apoyo en nuestros países, exigen un constante trabajo de investigación y clarificación.
La III Conferencia de los Pueblos Africanos que tuvo lugar en El Cairo en marzo de 1961, procedió a un meritorio estudio, del que dedujo las conclusiones correspondientes en una resolución que ha llegado a ser célebre.
Sin embargo, debido a la actual coyuntura creada por el Mercado Común Europeo y al papel que algunos nuevos Estados africanos independientes están llamados a representar en él, es necesario analizar los fundamentos económicos del fenómeno neocolonialista, generador de falsas independencias.
Ciertamente, las independencias “otorgadas” por los colonizadores no constituyen una novedad en la historia colonial (Egipto en 1922, Irak en 1932, son muestra de ello). Pero lo que no fue más que un hecho ocasional entre las dos guerras, se ha convertido en una política concebida con claridad y aplicada con perseverancia.
Esta orientación del sistema colonial tradicional es la expresión de un profundo cambio en las estructuras del capitalismo occidental. No es casualidad que en la política de los países europeos respecto a sus colonias, haya hecho aparición un creciente “liberalismo”, al tiempo que una modernización, una americanización del capitalismo europeo.
Después de la segunda guerra mundial, y gracias al Plan Marshall y a una compenetración cada vez mayor con la economía americana, la Europa occidental se ha alejado de las estructuras del siglo XIX para adaptarse al capitalismo americano: es inevitable, por tanto, que adopte igualmente el sistema de relaciones de los Estados Unidos con el nuevo mundo, o dicho de otra manera, que Europa también posea su América Latina.
(…)
Consiste esta política en conceder “generosamente” la independencia, creando unos estados necesariamente ficticios, y en proponer una cooperación con vistas a una pretendida prosperidad, cuyas bases objetivas radican fuera del continente africano.
¿Acaso nos encontramos ante un fenómeno nuevo? ¿No es ésta, en esencia, la definición del imperialismo?
La única novedad de las relaciones de África con las potencias coloniales de Europa, está constituida por la actual tendencia relativa a la dominación y a la explotación directa y a la emigración europea como sistema de colonización.
Por consiguiente, debemos considerar bajo un prisma nuevo, las proposiciones de las potencias europeas y la posición de los jefes políticos de los nuevos Estados.
Ha pasado ya el tiempo en que el simple acceso a la independencia era un hecho progresista. Solamente el contenido político y económico de esta independencia, puede tener un sentido progresista.
En estos términos debe plantearse el problema de la naturaleza del poder en los nuevos Estados. Se trata, simplemente, de averiguar si quienes ostentan del poder son la expresión de una voluntad nacional o los gestores de los intereses colonialistas.