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Cuestión nacional y lucha de clases (y III): la clase obrera, garantía de liberación nacional

En mis dos artículos anteriores, trataba de concretar eso que se llama clase media, a la clase media canaria, y su cuantificación en términos reales. La conclusión de ellos es que en la Canarias colonial la “clase media” real corresponde a un ínfimo porcentaje, y de ese ínfimo porcentaje, el número de soberanistas es más ínfimo todavía que seguramente lo será el número de “burgueses” (reales, no ficticios) por la independencia. Lo que está claro es que ambas clases apuestan por la dependencia colonial. Y que la clase social abrumadoramente mayoritaria en Canarias es la “clase obrera”.

La izquierda canaria tiene que admitir de una vez que por mucho que avanzaran las conquistas sociales y económicas de la “clase obrera española”, nuestra realidad de colonia dependiente hará que aunque nominalmente, estuviéramos sujetos al mismo marco normativo, la espeluznante realidad de colonia hará que siempre la “clase obrera canaria” no disfrutara de esas mismas mejoras de condiciones sociales, puesto que la realidad económica y política imperantes en las Islas, arbitrarán los mecanismos necesarios para perpetuar la actual relación de dependencia del pueblo canario con respecto a la metrópoli.

En consecuencia, es la clase obrera canaria la fuerza mayoritaria que es capaz de conseguir y mantener un proceso de emancipación nacional, ya que es la única forma de cambiar las condiciones de producción por un el reparto justo de las rentas del trabajo para obtener con ello las mejoras político-sociales indispensables para que todo el mundo pueda vivir dignamente de su trabajo. Por lo tanto son la promoción y defensa de las aspiraciones y necesidades de la “clase obrera y campesina” de Canarias las que harán que este pueblo se galvanice y camine hacia la independencia y descolonización, ya que más temprano que tarde entrarán en contradicción con nuestra situación colonial y sus relaciones de dependencia y producción.

Decía hace poco, que obviamente no sabíamos en realidad que sería primero, si la revolución social o la independentista, y lógicamente, hasta que no se producen los hechos, realmente no sabemos qué será lo que al final terminará por pasar. Ahora bien, pese a las prisas producto del deseo que todos tenemos por sacudirnos el yugo español, debemos ser conscientes que organizar y sostener no solo la administración a todos los niveles, sino la economía de un país no es cosa que se haga con decretos y deseos, sino que debe ser el resultado de un proceso de preparación y desconexión paulatinos, que no es algo de la noche a la mañana. Es decir, cuando se pueda. Y que para llegar hasta ese punto, una receta segura de fracaso son las acciones oportunistas de aventurerismo revolucionario. Son las vacas las que van delante y tiran de la carreta, no la carreta la que va delante arrastrando a las vacas. La secuencia lógica de los acontecimientos, salvo alguna contingencia extranjera ajena a todo el pueblo canario, es que la clase obrera canaria sea movilizada y dirigida a la consecución de mejoras políticas y sociales, que culminarían en un proceso de liberación nacional para la consecución de sus objetivos de clase. En tanto que la clase social mayoritaria, son los llamados a garantizar la libertad de la matria.

En este sentido, la izquierda canaria debe recuperar la vieja definición de “cuadros políticos”, totalmente alejada de la tradición socialdemócrata o la caciquil, de “personajes con alguna singularidad” que son quienes controlan geográficamente a unos colaboradores y un electorado más o menos fiel. Por el contrario, un cuadro militante de izquierdas es un elemento políticamente activo que desarrolla su labor de participación y apoyo a otros, sino además un promotor de acciones y captador de nuevos efectivos, un organizador allá donde desarrolla sus actividades y en cualquier ámbito donde pueda: Trabajo, centro académico, vecino, consumidor, usuario, etc. Es un activo combatiente seguidor de la máxima del Che y su “guerra de las pulgas”.

Desde la Vieja Fortaleza, Rukaden Ait Anaga

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