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El antiguo Ingenio Azucarero de San José de Las Longueras en peligro por una macrohuerta fotovoltaica

Turcón presenta alegaciones para evitar que esta planta solar, que ocuparía el espacio de cinco campos de fútbol, se declare de utilidad pública, a la vez que se rechaza su instalación

La macroinstalación solar “está promovida por la mercantil Félix Santiago Melián S.L., bajo la denominación de Planta Solar fotovoltaica La Herradura – FSM Energía, e infraestructuras de evacuación, compartiendo ubicación con los suelos contiguos a la Ermita de San José de Las Longueras y los restos del ingenio del mismo nombre, uno de los más antiguos de Canarias y aún por explorar”.

El informe de alegaciones de Turcón Ecologistas en Acción que remite para su toma en consideración a la Consejería de Política Territorial y Paisaje – Servicio de Planeamiento, viene estructurado en tres secciones o capítulos: descripción de los impactos de la macroinstalación, sobre el modelo de implantación en el territorio de la energía solar fotovoltaica y un último sobre el suelo como elemento clave para fijar y almacenar el carbono, aportando a su vez otros apartados.

Uno de los elementos claves de la sostenibilidad es el modelo energético y el desarrollo de las infraestructuras asociadas. En este contexto, se presenta el pliego de alegaciones.

El proyecto promueve una instalación fotovoltaica de 5MWp en una superficie real de 5,5 hectáreas en Suelo Rústico de Protección Agraria según el Plan General de Telde y como zona B.B.3 de moderado valor agrario en el planeamiento insular de Gran Canaria. A todo esto, hay que añadir el vallado perimetral de unos 1.055 metros lineales a dos metros de altura y todos los equipamientos propios de una macroinstalación de estas características, centros de transformación, líneas de evacuación, etc., todo esto, señalan desde Turcón, “con un manifiesto impacto sobre el entramado urbano circundante”.

De “grave” se considera la afección al Patrimonio Histórico y Cultural “al encontrarse este proyecto sobre los suelos que fueron el antiguo Ingenio Azucarero de San José de Las Longueras, catalogado por la Carta Etnográfica Insular y dando fe de este extremo nos encontramos en el lugar la Ermita del mismo nombre y con reconocida declaración de Bien de Interés Cultural”.

Estima Turcón que existen conocidas intervenciones, caso del Ingenio Azucarero de las Candelarias en Agaete, el de Soleto en Santa María de Guía o el de Soler en Vilaflor, “que atestiguan que la superficie ocupada por estas infraestructuras es superior a lo previsto y los restos arqueológicos en superficie lo manifiestan. Por ello se considera de altísimo valor a nivel insular, en un contexto europeo y latinoamericano el preservar estos territorios para la investigación, la excavación arqueológica, así como su recuperación y restauración, más cuando falta un trabajo amplio de prospección y estudio de este ingenio azucarero que descubra sus potencialidades”.

Desde Turcón consideran “insuficiente un somero estudio de evaluación patrimonial de la parcela donde se desea promover la instalación fotovoltaica, aun cuando se establezcan medidas de identificación de los elementos arqueológicos durante la construcción o la instalación”. Dichas medidas serian, en todo caso, “incompatibles con los cuidados y preservación de un elemento patrimonial de la envergadura, valor histórico, trascendencia bibliográfica y reconocimiento en el ideario colectivo de la ciudadanía”.

Por tanto, señalan, “el yacimiento arqueológico del INGENIO AZUCARERO DE SAN JOSÉ DE LAS LONGUERAS se trata de un bien superior y de utilidad pública y social muy por encima de una macroinstalación fotovoltaica, de interés particular, que pretende ocupar suelo rústico y de alta valía cultural”.

En este entorno se ha venido sucediendo un proceso de naturalización, lógico en el caso de los suelos agrícolas en abandono, lo que le da un carácter de integración paisajística en el entorno, vinculado a la existencia del BIC Ermita de San José de Las Longueras y a la existencia de conexión con el Corredor paisajístico del Barranco Real de Telde. El área se encuentra en proceso de integración de un proyecto de perspectivas amplias que intenta poner en valor y recuperar el paisaje del municipio de Telde.  “Este proceso, asevera el colectivo, tiene realmente utilidad pública y social y debe ser potenciado y preservado y, por tanto, no puede ser interrumpido o condicionado por iniciativas de interés particular como la que nos ocupa en este caso”.

“El promotor de la instalación, suponemos que inconsciente del proceso que describimos, intenta desvalorizar el espacio que pretende ocupar. En cuanto al encanto paisajístico hay datos suficientes del valor cultural y paisajístico de este suelo, vinculado a su entorno. Máxime cuando el propio Cabildo de Gran Canaria reconoce el impacto en el paisaje de la instalación que se hace difícilmente asumible, incluso si no existieran los valores que hemos comentado”.

En este sentido, es la propia  Consejería de Política Territorial la que expone en un informe los impactos como: Afección importante del parque fotovoltaico sobre la cuenca visual que rodea el barranco Real de Telde,  Afección visual del parque fotovoltaico a efectos de posibles deslumbramientos sobre los usuarios de la GC-41 en el sentido bajada Valsequillo- Telde, Afección de la línea de evacuación del Parque Fotovoltaico sobre el Barranco Real de Telde, Afección a caminos en el interior de la parcela y Afección a la vegetación que está en proceso de recolonización de la zona.

Preocupación por el modelo de implantación

Los ecologistas observan con “preocupación” el modelo de implantación de energías renovables “donde se pretende sustituir las fuentes de generación, desvinculándolas de la demanda, sacrificando el territorio para beneficio de los lobby y grupos de inversión, un jugoso negocio especulativo sobre el suelo rústico y transformando su uso natural, en última instancia no se satisface las necesidades sociales ni un proceso de transición ecológico, energético y justo”.

Desde Turcón entienden que estos desarrollos se tienen que dar “integrados en los edificios, en las cubiertas, pérgolas, en zonas antropizadas industriales o urbanizables, siendo respetuoso con los suelos agrícolas productivos o potencialmente productivos u otro tipo de suelos rústicos en proceso de naturalización o de valor cultural”.

 

 

 

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