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El diputado del común investigará de oficio al Banco de Alimentos y dará continuidad a la denuncia por el reglamento del Albergue

Reunidos con el diputado del común representantes de la Asociación por la Rehabilitación del Parque Cultural Viera y Clavijo, de la AAVV Azorín, de la Plataforma Vecinal 29E y de la Plataforma por la Dignidad, planteamos denuncias sobre dos cuestiones concretas.

La primera es el ya muy tratado asunto del Albergue Municipal y su reglamento a nuestro juicio ilegal y desproporcionado. Sobre este tema ya había cursada una Queja oficial ante el diputado del común, y el señor Jerónimo Saavedra se ha comprometido a investigar a fondo esta cuestión, con más razón si cabe cuando fue precisamente el diputado del común quien conminó en su día al Ayuntamiento a elaborar un reglamento. Sobre esta cuestión apuntar que aún en la mañana del día de hoy Asuntos Sociales del Ayuntamiento no le había hecho llegar a los grupos de la oposición copia de nuestras propuestas presentadas y registradas el pasado jueves, cuando pedíamos expresamente que se las remitieran, en buena muestra del poco interés real que hay en el Ayuntamiento en atender nuestras propuestas, más allá de las palabras.

El segundo asunto que llevamos es todo lo relacionado con los Bancos de Alimentos y las indignidades, miserias, fraudes y especulaciones que reproduce este sistema de reparto de comida. Expusimos argumentos y le recordamos al señor Saavedra que Ayuntamiento de Santa Cruz, Cabildo de Tenerife y Gobierno de Canarias derivan importantes cantidades de dinero público a esta asociación, dinero que se va en buena parte en sueldos e infraestructuras, y no va a ayuda directa a familias, y tampoco va a las asociaciones menores que son luego las que deben cargar con la mayoría del trabajo. Insistimos en que no es de recibo que este circo de la pobreza tan indigno cuente con el apoyo y el beneplácito de nuestras administraciones, y exigimos que desde su institución ponga todos los medios de que dispone para que este espectáculo lamentable se termine. El señor diputado manifestó que iba a abrir Queja de oficio sobre este asunto para investigarlo a fondo.

Es todo de momento, un 11 de mayo de 2016, desde la Plataforma por la Dignidad.

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Extracto del documento presentado el pasado jueves en el Ayuntamiento, donde damos cuenta con más detalle de lo que esconde y provoca el Banco de Alimentos y su sistema de reparto.

SEGUNDO:

El reparto de alimentos en ONG, asociaciones caritativas, asociaciones de vecinos y Banco de Alimentos: descontrol, picaresca, especulación e indignidad.

Hartos estamos en la Plataforma por la Dignidad de denunciar las irregularidades muchas que encierra el reparto de comida a familias en ONG y organizaciones caritativas de la ciudad a través del Banco de Alimentos. Para no hacer muy extenso este escrito, remitimos a los grupos a la hemeroteca y la propia página de nuestra plataforma. Encontrarán denuncias por extravío de comida pagada por Europa, encontrarán comida caducada, comida en la basura, comida gratuita por la que se cobra, comida que se desvía, colas indignas a la puerta de las ONG, cursos y talleres absurdos para recibir comida, y el circo del hambre patrocinado y televisado como un espectáculo, en los telemaratones de cierto canal de televisión.

El tema nos parece lo suficientemente grave como para abundar un poco más en las explicaciones y argumentos, que desarrollamos en los siguientes puntos.

1. El hambre, una necesidad real del municipio, y de Canarias.

El hambre, la falta de alimentos, la falta de una alimentación rica y variada, siempre fue vista en nuestras sociedades como algo más propio de lugares lejanos, África, Asia, Sudamérica. Hace unos años sorprendía a todos un titular en el periódico El Día, uno que hablaba de que empezaban a observarse casos de raquitismo en niños del distrito del suroeste (Añaza, El Sobradillo, Barranco Grande, Tincer o La Gallega).

En los últimos dos años, son muchas las veces que cuestiones que tienen que ver con la alimentación han sido noticia en los medios canarios, por desgracia, casi siempre con mensaje negativo. Desde la necesidad de abrir comedores escolares en verano porque hay familias que no pueden dar de comer a sus hijos con unos mínimos de calidad, pasando por el programa de desayunos en las escuelas, las numerosas denuncias de la Plataforma por la Dignidad poniendo de manifiesto irregularidades en la distribución y el reparto de alimentos en el Banco de Alimentos y asociaciones vinculadas, y los vergonzosos circos de la pobreza a modo de telemaratones y otras fiestas, organizados por medios de comunicación y otras entidades privadas con el beneplácito y la participación de nuestras administraciones, donde se insta a empresas y ciudadanos a aportar comida para la gente necesitada, dejando en manos de la caridad y de la participación privada la consecución de un derecho fundamental como es la alimentación. Con estas evidencias, parece claro que el derecho a la alimentación, a una alimentación digna y suficiente, se ve seriamente cuestionado en Canarias, y por consiguiente también en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, hasta el punto de que hoy son pocos los que dudan de que en las Islas muchas familias pasan literalmente hambre.

Las necesidades de alimentación deben por tanto tomarse como una prioridad para nuestras administraciones, motivo por el cual no se entiende que se deje buena parte de este asunto en manos de asociaciones de voluntariado.

2. Una ayuda escasa y con mucha demora.

El hecho de que las necesidades alimenticias no hayan sido vistas al nivel de importancia de no tener un techo, la falta de suministro eléctrico o una atención sanitaria digna, lleva a nuestras administraciones a relajar el presupuesto y la implicación en este tipo de ayudas, dejando la consecución de este derecho a la suerte de donativos, ONG, comedores sociales, lotes de compra trimestrales o simplemente caridad. Esta realidad no es menor en Santa Cruz de Tenerife. Sin ir muy lejos, una de las últimas familias a las que atendimos en nuestra plataforma por necesidades de alimentos, una madre con muchos menores a su cargo sin apenas ingresos, nos refería que acudió a su UTS a pedir cita a finales de marzo y le dieron cita para mediados de mayo. Mes y medio de espera inicial a la que habrá de sumarle otras buenas semanas hasta que consiga la ayuda de alimentos, nos parece demasiado tiempo para una ayuda que es imprescindible.

3. Sobrecoste. El reparto de alimentos no perecederos procedentes de Fondos Europeos implica un gasto importante en una serie de cuestiones que no se traducen en ayuda directa a familias. Empezando por el transporte, desde el centro base a las CCAA. En el caso de Canarias este gasto es mayor porque distamos casi 2000 kilómetros de la Península. A estos gastos hay que sumar la logística de los Bancos de Alimentos  provinciales, hablamos del alquiler o compra de locales, de camiones, de carretillas, de neveras, suministros, gasolina, de gastos de personal y otros costes que se van en cuestiones que no se traducen en ayuda a las familias. En un segundo escalón habría que incluir los gastos que se repercuten de las organizaciones asociadas a los Bancos de Alimentos, nos referimos a las asociaciones y ONG solidarias y caritativas que realizan el reparto a las familias (en Canarias son 341), que también incurren en gastos de almacenaje, transporte y personal. El Ayuntamiento de Santa Cruz deriva anualmente una partida presupuestaria para el Banco de Alimentos, según datos del propio Ayuntamiento, en 2014 fueron 200.000 euros, en un convenio que se renueva anualmente.

4. Mermas y deterioros. Los alimentos no perecederos que se distribuyen por esta vía llevan en muchos casos una fecha de caducidad o consumo preferente muy cercano en el tiempo, y con la demora que se genera de un escalón a otro, de un lugar a otro, de una asociación a otra, al final se acaba teniendo que tirar comida porque llega a las familias con la fecha ya vencida o a punto. Otras veces no es la fecha, es el incorrecto almacenaje en asociaciones benéficas que no reúnen las condiciones ni tienen locales preparados, y la comida acaba llena de bichos (ejemplo: noticia de La Opinión consignada en párrafos anteriores). También es tristemente habitual que en las asociaciones benéficas que reparten la comida se desvíe parte de la misma para el personal que colabora como voluntario, sin tener en cuenta si esa persona se encuentra o no en situación precaria. La realidad es que no hay un control real exhaustivo de lo que pasa con la comida una vez que llega a la asociación benéfica.

5. Insuficiente. Los alimentos no perecederos que se reparten por esta vía, como su propio nombre indica, son no perecederos, luego, son sólo empaquetados, son galletas, son garbanzos, judías y lentejas, son pasta, son arroz, es leche y es aceite, y poco más. No hay fruta, no hay verdura, no hay carne, no hay pescado, faltando casi todo lo básico para una alimentación sana y equilibrada. Al margen de estas deficiencias, volvemos a recordar lo que apuntábamos en el apartado anterior, esto es, que en ocasiones la comida llega a las familias con la fecha de consumo preferente o caducidad a punto de vencer o ya vencida, obligando a las familias a tener que comer una comida que ya está deteriorada o empieza a deteriorarse.

6. Indigno. El reparto que se hace de esta comida en las asociaciones benéficas vinculadas a los Bancos de Alimentos a menudo adolece de medios y personal cualificado, resultando un trato no siempre respetuoso con las familias. Al margen de esto, el reparto se suele hacer de manera concentrada en determinados días y horas, por no disponer las asociaciones de personal suficiente a tiempo completo. Todavía hoy a pesar de las muchas denuncias que hemos elevado en este sentido, la asociación Kairós de Los Gladiolos, reparte comida a familias concentrando el reparto en dos días a dos horas concretas (martes a las 16.00 horas y jueves a las 19.00 horas), y las colas en la puerta son bastante notables. Esto implica que las familias tengan que mostrarse durante horas a la vista de todo el vecindario, algo que no agrada a nadie ni protege la dignidad de las familias en situación precaria, pues éstas, lo último que quieren es que todo el mundo sepa de su situación de precariedad. También es habitual que colectivos como Cáritas y Cruz Roja exijan a las familias que van a recibir comida que asistan previamente a cursos de dudoso interés impartidos por esas mismas organizaciones. Y en casos extremos obligan a la gente a vender rifas para la parroquia, o se pide donativo de un euro por bolsa de comida para aportar a la asociación. Nada de esto es digno ni admisible, cuando además la comida ya viene pagada en su mayoría por la Unión Europea.[1] Algo parecido, lo que han denunciado hace unos días usuarios del comedor de las monjas de la calle La Noria y de lo que se han hecho echo algunos medios, obligando a las personas que asisten al comedor a hacer un curso sobre higiene personal que ya de por sí resulta ofensivo y que no viene sellado por ninguna entidad oficial.

Lamentable, y grave, este asunto de los talleres y cursos obligatorios para acceder a la comida, que en muchas ocasiones esconde una subvención pública para la organización que da el curso.

7. Especulación. Otro aspecto en el que poco se repara es la especulación empresarial que genera esta forma de hacer acopio de alimentos. Y es que la ley en España permite que las empresas desgraven el 35% del impuesto de sociedades en donaciones a ONG. Esto implica que muchas empresas que se encuentran con productos que saben que no van a vender y que les generarían un sobrecoste de eliminación, acaben endosándolos a ONG con fecha próxima a vencimiento o no, desgravando así el 35% de su precio de venta en el Impuesto de Sociedades, obteniendo un beneficio que de otra manera no tendrían. Esta práctica toma especial relevancia en Canarias, una CCAA que por su insularidad y lejanía necesita de más alimentos en stock para cubrir posibles carestías, y lo que provoca al fin y a la postre es que las empresas manden con esa excusa más productos a Canarias de los que enviarían a cualquier otra CCAA en la Península, encontrándose al final con mucho producto para endosar a las ONG. El colmo de este tipo de especulación empresarial lo vemos  en casos en que la empresa afincada en territorio peninsular envía contenedores llenos de su producto hasta Canarias, con destino directo a la ONG que le desgravará el 35%, sin siquiera pasar por un comercio para su posible venta.

8. Sin control público. El reparto de comida a través de ONG y asociaciones afines a los Bancos de Alimentos, en la práctica no está sujeto a ningún control efectivo por parte de nuestras administraciones canarias, limitándose éstas a financiar parte de los costes de funcionamiento de las mismas con dinero público sin pedir ni controlar, y a derivar a las familias a la ONG de turno desde los Servicios Sociales, sin llevar tampoco control de a qué ONG acude cada familia ni con qué periodicidad. El Banco de Alimentos de Santa Cruz presta ayuda a los vecinos de la capital a través de las 149 asociaciones con las que colabora, acaparando la capital el 37% de toda la actividad provincial del Banco de Alimentos. Pero más allá de estos datos, la realidad es que no se sabe a cuantas ONG acude una familia al año a pedir comida, pues no están cruzados los datos entre todas las asociaciones y ONG con el registro del Ayuntamiento, de manera que el trabajador social no puede llevar un control claro de las veces que cada familia pide comida en una ONG. Con este descontrol se dan casos de familias muy vivas que van de ONG en ONG pidiendo la bolsita de comida, y otras familias menos duchas en estas lides que esperan a ser llamadas cuando les toca, recibiendo mucha menos comida que las del anterior caso. La falta de control público también da lugar a la picaresca y los extravíos antes apuntados.

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1 – Toda la información grave que aportamos aquí se basa en averiguaciones y testimonios de primera mano recabados por la Plataforma por la Dignidad en estos años y denunciamos en su momento, que no adjuntamos por no hacer excesivo el texto (consultar hemerotecas). 

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