El impacto (real) del turismo en Canarias
“Los que dicen que nos dedicábamos al tomate y ahora podemos hipotecarnos no se dan cuenta que el modelo turístico necesita de una economía local deprimida para que el turista de masas pueda permitirse una escapadita con su sueldo mileurista. En definitiva, para atender a mileuristas necesitas personas que estén por debajo de ese nivel adquisitivo y aunque se admita que hace décadas el turismo fue un vehículo para el desarrollo, ahora necesita altos índices de pobreza para continuar generando beneficios a los grandes empresarios”
“En pocos lugares encontraremos dirigentes orgullosos de tener una economía tan dependiente y escasamente diversificada como muestran los datos de los que presumen, mientras un 35% de los canarios viven al borde de la pobreza el Gobierno insiste en quien debemos salvar es al turismo, la misma actividad que se ha desarrollado y alcanzó máximos históricos justamente cuando el indicador de la pobreza se consolida en Canarias”
Los datos que el Gobierno de Canarias y las patronales hoteleras están continuamente publicitando acerca del impacto económico del turismo provienen de un informe elaborado por Exceltur (IMPACTUR Canarias 2018), una organización que agrupa a 34 de las empresas más representativas del sector, una especie de IBEX-35 del sector turístico. Podían acudir al ISTAC o al INE, pero prefieren exponer la información de un informe cuyas conclusiones se encuentran lejos de la realidad con el fin de reforzar una dependencia que solo puede acabar mal.
Todos escuchamos en algún momento a través de campañas publicitarias que 8 de cada 10 empleos dependen del turismo, que generan el 40% del empleo total en Canarias o que su actividad supone un 30% del PIB de nuestra comunidad. Así que vamos a tratar de argumentar por qué estas conclusiones del año 2018 (aún no ha salido el informe del 2019) no son válidas o se encuentran altamente sesgadas.
Para el año 2018 los ocupados en Canarias alcanzaron la cifra de 812.987 personas y según el informe de Exceltur, un 40% de esos empleos dependen directa o indirectamente del turismo. Sin embargo, a la hora de analizar las cifras que nos ofrece el ISTAC según rama de actividad comprobamos que esa cantidad es muy ambiciosa, ya que, si sumamos los puestos de empleo de todas aquellas actividades que, según el informe de Exceltur, están relacionadas de manera directa o indirecta, concluimos que para llegar a esa cantidad hace falta sumar todos los puestos, sin excepción, y únicamente nos restaría el 12,5% del total. Es decir, según Exceltur y quienes difunden su informe, casi el 90% de los que se dedican al transporte, a la agricultura, a las actividades de alquiler, a servicios de mantenimiento, a comercios minoristas y mayoristas, a construcción, etc., desarrollan esa actividad gracias a la demanda turística. Ya no se trata de concluir a su favor que toda la hostelería en Canarias existe gracias al turismo, van más allá y transfieren esa manera de medir los impactos indirectos hacia otros sectores cuya demanda no depende en un 90% del turismo ni en broma.
Los hoteleros y servicios de alojamiento, quienes se pasan el día exigiendo al Gobierno lo que tiene que hacer y a quién tiene que subvencionar, emplean al 8% del total de en Canarias según la rama de actividad que se denomina “servicio de alojamiento”. Y aunque las cifras del ISTAC son claras, Exceltur afirma que esta aportación es del 18,8% sobre el total. Se puede entender que una parte de la plantilla que contratan en los hoteles no se dedica al servicio de alojamiento, existen otras ramas de actividad profesional como el mantenimiento o transportes, pero se trata de una diferencia de más de la mitad de los puestos y, además, en el mismo análisis de la estructura del empleo turístico ya cuentan a esas otras ramas de forma independiente, como el caso del transporte, indicando que aporta un 5,9% del total, cuando en realidad toda la rama de actividad dedicada al transporte supone un 5,8% del total en Canarias para el ISTAC. Parece ser, que toda persona que se dedica al transporte lo hace por y para el turismo, según Exceltur.
Vamos a ver esta forma de evaluar los impactos con un ejemplo: tenemos al empleado de un hotel, su renta será un efecto directo generado por la actividad turística. Cualquier proveedor o distribuidor de ese hotel generará una parte de sus ingresos que suponen una renta indirecta sobre el turismo. Y, por último, ese camarero cuyo empleo depende del turismo se irá a la peluquería de su barrio y se cortará el pelo en un establecimiento cuya demanda no depende ni directa ni indirectamente del turismo, se trata de un gasto inducido, pero para Exceltur que este señor se gaste una pequeña parte de su renta en esta peluquería implica que el empleo que genera dicho establecimiento también depende del turismo, ese es el análisis de impactos económicos que promueve el Gobierno de Canarias.
Por otro lado, faltan análisis que respondan al coste de producción de empleo en el sector turístico ¿cuánto se debe invertir para crear puestos de empleo en este sector? ¿si se invierte en otros sectores, su rendimiento sería mayor? Estamos hablando del total invertido desde el sector público hacia servicios de alojamiento turístico, del coste de formación en prestación de servicios dirigidos al turista y del coste de oportunidad para estos fondos. A su vez, es un perro que se muerde la cola, debido a que la alta estacionalidad del empleo turístico hace que las arcas públicas sostengan una y otra vez esa renta que deja de percibir el trabajador durante el periodo de baja actividad turística y su nueva formación.
Y acerca del llamado efecto multiplicador del turismo, ¿es responsable de un impulso económico, o, por el contrario, de un efecto de desequilibrio en nuestro territorio? En realidad, lo único que hace una supuesta expansión económica registrada por la actividad turística es aislar este efecto positivo sobre el resto de la economía local de manera que únicamente se verá beneficiada aquella actividad que pueda verse relacionada o encuentre la manera de hacerlo. El mejor ejemplo de esto es el “todo incluido” y la creación de enclaves turísticos en las islas que, en numerosas ocasiones, tienen una alta incidencia de capital extranjero y mano de obra europea. Es difícil cuantificar en qué grado la actividad turística ha creado más desigualdad que progreso, o cómo afectó al resto de tejido productivo, pero lo que es un hecho es que sobre la población local no ha generado riqueza, generó capacidad de endeudamiento a costa de altos índices de beneficios para los empresarios. Además, si tenemos en cuenta la situación de partida inicial de aquella Canarias de los años 60, lo normal es que cualquier incremento de cualquier actividad económica genere un efecto positivo. Los que dicen que nos dedicábamos al tomate y ahora podemos hipotecarnos no se dan cuenta que el modelo turístico necesita de una economía local deprimida para que el turista de masas pueda permitirse una escapadita con su sueldo mileurista. En definitiva, para atender a mileuristas necesitas personas que estén por debajo de ese nivel adquisitivo y aunque se admita que hace décadas el turismo fue un vehículo para el desarrollo, ahora necesita altos índices de pobreza para continuar generando beneficios a los grandes empresarios.
Por otra parte, en relación al coste de productos y servicios de primera necesidad, estamos compitiendo por nuestros recursos agrícolas, alimentarios, agua, luz, vivienda, etc., con personas de un nivel adquisitivo mayor, que alteran la oferta y la demanda de forma significativa hasta tal punto que en ocasiones se convierten en elementos privativos para el isleño. Se produce una inflación de la economía dada por el alto incremento en la demanda causado por el turismo de masas, por lo que el aumento del poder adquisitivo en realidad se situará siempre por debajo de ese incremento de precios y, al mismo tiempo, ese incremento de precios en el mercado hace perder competitividad al sector turístico canario sobre otros destinos turísticos. La manera que tienen los empresarios de reducir esta pérdida de competitividad es promoviendo la precariedad laboral y así amortiguar el aumento de los costes que el turista tiene que afrontar en este destino. En todo este control del proceso inflacionario, el Gobierno tiene un papel destacado subvencionando un alto número de actividades cuyo precio se dispararía únicamente debido a la demanda turística, por lo que aquí tenemos otro coste que asumir para el mantenimiento del turismo de masas.
Otro efecto negativo nacido de amparar nuestro desarrollo al devenir del turismo es la de retrasar los cambios estructurales que se necesitan para un correcto desarrollo social, económico y ambiental. Debido a que la actividad turística de masas es incompatible con un entorno sostenible y una sociedad con buenos niveles de educación y preparación -ambos vehículos de un auténtico progreso y desarrollo- te garantizas que la casi la única nota positiva a nivel económico provenga del turismo, ya que estás boicoteando cualquier otro elemento que permita un correcto desarrollo de Canarias que esté más allá de un balance económico positivo por parte de esta actividad. Una economía basada en el turismo conlleva el olvido de la gestión medioambiental, conlleva un descuido de la educación, ya que es una actividad altamente compatible con el fracaso escolar, en definitiva, va en contra de los principales activos del futuro, un entorno sostenible y la educación.
En pocos lugares encontraremos dirigentes orgullosos de tener una economía tan dependiente y escasamente diversificada como muestran los datos de los que presumen, mientras un 35% de los canarios viven al borde de la pobreza el Gobierno insiste en quien debemos salvar es al turismo, la misma actividad que se ha desarrollado y alcanzó máximos históricos justamente cuando el indicador de la pobreza se consolida en Canarias. Un territorio que no ha salido de la crisis de la pasada década, con una tasa de paro en torno al 20-25% de forma constante, unos datos macroeconómicos propios de una economía deprimida y tercermundista que ha provocado la salida de 77.846 mil isleños desde 2009 de un total de 170.111 personas hasta el pasado año.
J. Pablo Monzón