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España y sus colonias

¿Seguiremos siendo el pueblo sumiso, alienado y desnortado incapaz de hacer frente a esta historia repetida?”

En 1898 -año que marcó a toda una generación en la metrópoli y sus colonias- España entregó vergonzosamente las colonias americanas y asiáticas que le quedaban a los gringos -entonces una potencia emergente- que aún retienen a la isla hermana de Puerto Rico.

De nuevo España que, ya en 1968 supuestamente «descolonizó» Guinea Ecuatorial, para continuar sus negocietes particulares entregándola en mano al dictadorzuelo criminal Francisco Macias Nguema y su clan de Mongomo que, con el no menos criminal Teodoro Obiang Nguema -que, muy monárquicamente, intentará que le suceda su hijito el playboy Teodorín- siguen explotando y masacrando a su desdichado país y que, de nuevo, el pasado 1975 permitió al sátrapa Hassan II -el «hermanito» norteafricano del sucesor de Franco, Juan Carlos- ocupar el Sahara Occidental, importándole un rábano su población, se encuentra ahora con el apetito marítimo-territorial del masacrador del Rif, el «Comendador de los Creyentes» Sidi Mohammed ben el-Hassan ben Mohammed ben Youssef el- Alaoui, más conocido como Mohamed VI.

Parece que la historia se repite. Ahora las «autoridades» canarias imploran al gobierno colonial español a cuya cabeza está el «nuevo hermano» del régulo marroquí, el Rey Felipe VI -hasta el numeral coincide- para que intercedan ante esos apetitos soberanistas marroquíes. Si algo nos enseña la historia es que o nos defendemos los propios canarios o España se lavará las manos como nuevo Pilatos ante la política de hechos consumados en la que la diplomacia alauita es maestra.

La única forma realista que tenemos para esta defensa es luchar por conseguir nuestra propia SOBERANÍA como República Canaria, dejando de ser un «Archipiélago de Estado» para ser un «Estado Archipelágico» y asumir nuestro papel protagonista en esta parte del noroeste africano. Desde luego que eso, ni con partidos de obediencia metropolitana ni con falsos nacionalistas con la españolísima Ana Oramas en cabeza, podemos conseguirlo.

¿Seguiremos siendo el pueblo sumiso, alienado y desnortado incapaz de hacer frente a esta historia repetida?

Francisco Javier González




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