Opinión

Jóvenes de la periferia

 

No es extraño que al oír el nombre de algún barrio obrero de las afueras de alguna ciudad grande de nuestras islas, la mente se nos llene de prejuicios y pensemos en delincuencia, LOS “KINKIS”, drogas y en general, la mal llamada EXCLUSION SOCIAL, pero ¿Cuál es la realidad de estos jóvenes?

La vida en el barrio, por lo general, se mueve a un ritmo diferente, no solo estamos apartados de las grandes ciudades física sino también cultural e ideológicamente, desde afuera muchos lo ven como un lugar apartado y aislado, la verdad es que aquí cada uno con orígenes diferentes, ya sea grandes ciudades o pequeños pueblos, por alguna razón hemos acabados todos aquí y lo más normal es ver a la gran población andaluza, latinoamericana o gitana confraternizando con gente de puras costumbres canarias, esto es otro clima, que nada tiene que ver con las ciudades capitalinas o los pueblos apartados y fríos, aquí se ha formado un tipo de gente diferente con nuevas y distintas costumbres, se crea un micro-comercio dentro de la zona y una forma de hacer vida sin tener que desplazarte lejos, nada muy diferente de los lumpers de los 50-60 en E.E.U.U o los viejos bohemios de los arrabales de París, eso sí, desmejorando totalmente la cultura, y cambiando los libros de poesía por programas de televisión donde se ven niños de bien intentando imitar nuestra forma de vida, como si esto tuviese algo de bueno. Claro que esto muchos no lo sabrán, pues sabemos todos que aquí es más fácil acceder a un gramo de hachís o a una botella de ron que a un libro, puesto que, por ejemplo, en mi barrio disponemos de solo una biblioteca con unos cuantos libros y más de la mitad son enciclopedias más que desactualizadas. Claro que existe un sector de la población dentro de los jóvenes del barrio que han estudiado, aún estudian, consiguen trabajos o cumplen ese “sueño” que nos meten en la cabeza desde niños nuestros padres y maestros que dice: Tienes que salir del barrio, abandona esta mierda y hazte alguien de provecho.

Todo esto solo demuestra que la sociedad canaria nunca ha apostado por sus barrios y hemos estado siempre a merced de la caridad de algunas organizaciones políticas o religiosas que poco tienen que ver con nuestra gente, pues aquí ya ningún joven quiere saber nada sobre política y mucho menos religión. Acostumbrados a los grandes partidos oportunistas que solo aparecen en época de elecciones a sacarse la foto y luego nos vuelven a abandonar a nuestra suerte como de costumbre, y de organizaciones religiosas que poco tienen que ofrecer, ya que si existe algún dios está claro que hace tiempo que se olvidó de nosotros, demostrando así que ya no te puedes fiar de nadie que no sea del barrio y que nosotros tampoco le gustamos a los de afuera.

Por otra parte la mayoría de los jóvenes no solo nos enfrentamos a una exclusión social sino a la constante presión de que nos llamen ninis, aunque muchos tienen un titulo de FP o digan que si no nos formamos es porque nosotros no queremos, porque hay becas y demás. Está claro que el que quiere puede, eso está demostrado, y que nos excusamos en el típico argumento de que nadie nos ha dado la oportunidad, cuando la realidad es que la situación económica de muchos no les permite ni siquiera un bono para desplazarse al centro de estudios o para comprar anticonceptivos dando lugar a esa infame cifra de embarazos no deseados entre adolescentes, y, realmente, el ver a los que se han sacado una carrera universitaria con mucho trabajo, esfuerzo y sacrificio, “donde siempre” pues no es muy alentador, y ya no es solo que no tengamos la oportunidad de apostar por nuestro futuro, ya es que no tenemos la posibilidad de ni siquiera plantearnos uno. En cambio la situación laboral no se plantea mucho mejor, si en los tiempos que corren ya es difícil para gente con más oportunidades en la vida, ya pueden hacerse una idea para alguien que al poner su dirección en el currículo directamente no es ni contemplado por ser de barrio. Es bastante difícil cuando eres de los arrabales intentar conseguir un trabajo digno, ya que se es rechazado de todos lados y por desgracia los negocios del barrio si acaso tienen un pequeño hueco, seguramente enchufarán a algún familiar. Sobre todo teniendo en cuenta que la experiencia laboral de muchos de nosotros es mínima, ya que la mayoría empezamos a trabajar ‘en negro’ a muy temprana edad o en uno de esos convenios del Ayuntamiento, que por supuesto les convenía más a ellos. Teniendo así que salir fuera de las islas a buscar trabajos a algún lugar donde tu procedencia no importe tanto o aceptando algún trabajo mal pagado de 12 horas al día con el pensamiento esclavista típico de nuestra colonia de ‘es lo que hay y, si lo consigues, tienes que estar agradecido’. Pero en la sociedad y sobre todo entre los revolucionarios no se dan cuenta de que son ellos mismos los que nos impulsan a tomar la vía fácil, que las drogas no las vemos como ese demonio que nos intentan vender, sino como eso que ayuda a un padre a dar de comer a sus hijos, eso que ayuda a ese pobre moribundo a evadirse de la realidad cuando en el sistema sanitario ya hace tiempo que han dejado de luchar por él, que el espíritu independentista y el revolucionario son una mecha apagada entre los jóvenes de nuestros barrios y que todavía a muchos les hacen creer que “España nos da de comer”. Hace mucho tiempo que dejamos de luchar, aquí no entendemos lo que llaman ’la generación X’ aquí todas las generaciones, son generaciones perdidas e incluso cuando intentamos advertir a los más jóvenes para evitar que cometan los mismos errores se nos viene ese recuerdo a la cabeza de nuestros hermanos mayores diciéndonos a nosotros lo mismo y ahí sabemos que la historia está condenada a repetirse.

A pesar de todo, siempre encontramos una excusa para salir de la cama, hemos aprendido que si la sociedad nos da la espalda le patearemos el culo, el barrio está constituido por miles de personas cada una de ellas única con su propia historia y todos dispuestos a echarle una mano al vecino. Vivimos a nuestra manera, y la verdad es que no se vive tan mal al fin y al cabo, nunca nos faltará de nada y siempre se encontrará esperanzas cuando se aprende a apreciar a una madre soltera que con dos niños y dos trabajos sale adelante y aun así se toma dos minutos para dar los buenos días y dedicar una sonrisa o a los chavales de nuestros equipos de fútbol que dicen no a las drogas y si al deporte. Somos gente diferente y lo sabemos, vivimos como dice la popular canción “donde llaman a la puerta y te abren el corazón”, porque nuestro sueño nunca fue salir del barrio, siempre fue, es y será luchar por él.

 

 

 

 

Darío Bello

 

 

 

Un comentario en «Jóvenes de la periferia»

  • lo último que se pierde es la esperanza, tienes razón en todo, ojalá algún día todo cambie y podamos verlo con nuestros ojos.

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