La hora de la verdad
MI CABEZA EXPLOTA. Despierto absolutamente desorientado. Estoy atado, de pies y manos, a una enorme y gruesa estaca clavada al suelo en posición vertical. Observo que me encuentro en una especie de mugriento garaje. Entran dos hombres encapuchados y se dirigen hacia mí exhibiendo sendos puñales. De repente, salta la aterciopelada voz de Ángels Barceló… diciendo que son las siete y media, una hora menos en Canarias. Sudoroso, me abrazo a la radio-despertador.
Daniel Olivera
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