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La India: el despertar del tigre

«Crece la economía y crece la población: una catástrofe a mi juicio. Algunos analistas políticos y economistas se empeñan en verlo como algo positivo, pero porque tienen una mirada antigua sobre el mundo, con una idea de “progreso” ilustrada que se encuentra en franca decadencia»

En un artículo publicado en el periódico “El País” (22/01/2023), Andrea Rizzi analizó los ganadores y perdedores de esta nueva era marcada por la pandemia, la guerra de Ucrania y las revoluciones tecnológicas en ámbitos como el digital, el verde, biotech e inteligencia artificial. Entre los primeros se encuentra la India, por el vigor de su economía (crece al 7% anual) y porque tiene buenas relaciones con Rusia, lo que le permite comprar energía a precios muy asequibles, al mismo tiempo que mantiene lazos de amistad y cooperación en Estados Unidos. A eso hay que añadir que en algún momento de 2023 será el país más poblado del mundo con 1500 millones de personas, tomando el relevo de China.

Crece la economía y crece la población: una catástrofe a mi juicio. Algunos analistas políticos y economistas se empeñan en verlo como algo positivo, pero porque tienen una mirada antigua sobre el mundo, con una idea de “progreso” ilustrada que se encuentra en franca decadencia, sustentada en el crecimiento económico, el avance científico-técnico y el crecimiento demográfico. Esa idea de “progreso” debe transformarse, cortarse con la navaja de barbero que Buñuel utilizó en la escena inicial de “Un perro andaluz”, la mirada lógica y utilitaria, para dar paso a la mirada surrealista como nueva forma de concebir la realidad.

Progreso debe ser ahora conservar nuestro entorno, transitar hacia formas de sociedad más justas, frenar la superpoblación, tener unos servicios públicos de calidad, potenciar la felicidad y cambiar el modelo económico basado en el crecimiento. Lo dice Naomi Klein. ”La economía va a funcionar con menos energía, menos agua, menos materiales, menos tierra por puro agotamiento, es un dato de la realidad. No es una opción.”

En India crece la población incontroladamente, sobre todo entre las clases, o castas, más desfavorecidas y paupérrimas, y lleva el rostro de la muerte. Se puede ser pobre y malvivir en otras partes del mundo pero en India la muerte acecha a los pobres en cualquier momento y por múltiples causas: por falta de medicinas, por desamparo, por falta de alimentos, por motivos religiosos, por sequías extremas o inundaciones bíblicas. La gente muere a pleno día y en cualquier rincón porque en India todo se hace en la calle, en las plazas, en las fábricas o en las estaciones de ferrocarril, como aquel joven que languidecía en brazos de su madre en la estación de Lucknow, viva imagen de  “La Piedad”.

En 1924 E.M. Foster publicó “Pasaje a la India”, en esa época India tenía 127 millones de habitantes, un siglo después tiene 1500 millones, pero la pobreza sigue siendo crónica y masiva. En la realista novela de Foster, un clásico con película de David Lean incluida, la colonia británica que entonces era también estaba marcada por la segregación racial. La protagonista, prometida de un funcionario inglés, cuando visualiza un anticipo de su vida futura de mujer blanca casada:” Ronny y ella pasearían por el club todas las tardes, para ir después a casada a vestirse; frecuentarían la compañía de los Lesley, los Callander, los Burton y los Turton, les invitarían y serían a su vez los invitados, mientras la verdadera India pasaba por su lado sin nadie que se fijara en ella (…)siempre vería la India como un friso y nunca como un espíritu”.

Gandhi, con su astucia, su inteligencia y su simbología (el pantalón dhoti, la rueca, un puñado de sal) y un pueblo cansado de vasallaje y hambriento de libertad, consiguieron la soberanía y la independencia, pero inmediatamente después estalló la guerra civil que partió el territorio en dos: la musulmana Pakistán y la multiétnica India, de mayoría hindú. Después hubo dos guerras más y la amenaza de una nueva contienda sobrevuela estas dos potencias nucleares, por rencores ancestrales y, sobre todo, por la fértil Cachemira, de mayoría musulmana, pero soberanía india. Las claves de las guerras del futuro ya están aquí, es la lucha por el agua y la tierra entre países superpoblados.

Cuando uno baja al metro de Dheli, los nidos de ametralladoras protegidos por sacos terreros vigilan a los atiborrados pasillos y pasar la noche en un tren, el tipo de transporte más común puesto que la India cuanta con la mayor red ferroviaria del mundo, es pasar una noche en vela por los continuos registros de los viajeros y sus pertenencias.

Sin planificación, sin freno, acosada por la pobreza severa y últimamente por la sequía prolongada debido al retraso del monzón, la mayoría de la población india sufre su karma particular a pesar del crecimiento macroeconómico y de industrias tan boyantes como la aeroespacial o la del ocio cinematográfico. La educación no llega a todos los estratos sociales, el trabajo es penoso y duro, los salarios miserables y no se encuentra vivienda en las ciudades hormiguero del subcontinente. El sistema de castas limita las expectativas y la falta de recursos las elimina directamente, en la mayoría de las ocasiones.

Hoy, el partido gobernante no es el histórico Partido del Congreso, el partido de Ghandi y Nerhu, hegemónico desde la Independencia y vinculado a la dinastía familiar con tres primeros ministros (Nerhu, Indira y Rajiv Ghandi). Un partido laico e izquierdista que gobernó el país más espiritual del mundo y que intentó que los innumerables pueblos, etnias y minorías, que oran a 20 millones de divinidades y hablan más de 800 idiomas, vivieran en armonía. Ahora gobierna el partido nacionalista hindú Bharatiya Janata Party (BJP) que como indica Octavio Paz en “Vislumbres de la India” (1995) “amenaza con su doctrina del nacionalismo hindú, no solo la democracia sino la integridad de la India”. Para Paz, los hinduistas del BJP se enfrentan a una contradicción: “la vida de la nación es incompatible con la institución de las castas porque el nacionalismo hace de todos los grupos sociales algo más o menos homogéneo: la nación, donde las castas quedarían subsumidas, pero ocurre que el fundamento del su nacionalismo es religioso y la existencia de las castas es el principio central del hinduismo. La ley kármica”. El nacionalismo hindú no se plantea tal contradicción, se instala en ella y sigue su camino. No hay rastro de sutilezas ideológicas en el país que inventó el ajedrez.

En algún momento de 2023, India sustituirá a China como país más poblado del mundo y aspirará a que tengan un grado de capacidad adquisitiva alto, así está construida la economía global, por eso la “pachamama”, la madre tierra, agotada y enferma, difícilmente aguantará 8.000 millones de personas con un nivel de vida “a la occidental” y, sin embargo, tienen derecho. Termino con una frase de Yayo Herrera: “La salida de esta crisis ecosocial es mediante la distribución de la riqueza sin crecimiento”.

                         Gerardo Rodríguez

miembro del Secretariado Nacional del STEC-IC

 

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