ActualidadIgualdad - diferenciaOpiniónPolítica

Qué difícil es vivir con una “feminazi”

Compañeras, no habrá revolución verdadera

hasta que la mujer no se libere”.

Thomas Sankara

El feminismo es un conjunto heterogéneo de movimientos políticos, culturales, económicos y sociales que tienen como objetivo la emancipación de la mujer. El término “feminazi”, en todo caso, es un concepto totalmente lego, inventado desde ciertos sectores del antifeminismo para ridiculizar y atacar al movimiento.

El movimiento feminista es uno de los movimientos que más ha avanzado en el devenir político de los últimos años en cuanto a discurso y acción política se refiere. En contraposición, las posiciones del patriarcado avanzan para conseguir parar estas reivindicaciones. Una de las estrategias del patriarcado es la de sembrar confusión y descontextualizar ciertos elementos que construyen estos movimientos, utilizando todos los medios que tienen a su alcance.

Es notable que en cualquiera de los ámbitos en los que nos relacionamos socialmente, la mujer quede relegada a un segundo plano o incluso a la exclusión del mismo. En otros, ellas asumen o se espera que asuman gran parte o la totalidad del trabajo. Para sintetizar y teniendo en cuenta el gran número de aspectos en los que incide el patriarcado voy a centrarme en uno de ellos: los micromachismos.  

Los micromachismos son expresiones que han sido tan asumidas en la vida cotidiana, que incluso quienes llevamos años trabajando la igualdad y otros mecanismos de la lucha, somos incapaces de trascender. Tienen que ver con la cultura, educación y están en todo: desde como actuamos, como nos movemos y hasta la manera en que sentimos.

Me gustaría poner un ejemplo empírico: mi compañera (con la que actualmente comparto felizmente mi vida) es una persona de una amplia formación, años de investigación y trabajo en lo social. Conoce perfectamente las reivindicaciones y aspectos en los que se mueve el feminismo, incluso conoce perfectamente y tiene experiencia en temas jurídicos y de violencia de género. Yo llevo también algún que otro periodo de tiempo compartiendo espacios de las luchas sociales. Ambos sufrimos las incidencias de los micromachismos en el ámbito del hogar, sobre todo ella, que manifiesta que asume gran parte de las responsabilidades. Y es verdad, aunque se diera el caso de que el reparto de las tareas fuera equitativo, la manera de asumir ciertas responsabilidades le corresponde a ella.

Esto es un problema educacional y psicológico que padecemos los dos. Digo padecemos los dos, porque supone mucho esfuerzo trabajo y dedicación cambiar eso por mi parte y, a ella, el padecerlo. Me gustaría que eso no fuera así; por eso creo que la emancipación real de la mujer también nos conviene a nosotros.

El sujeto de cambio no puede ni nunca será un varón

Se ha hablado mucho del papel de los varones en el feminismo y yo creo que el sujeto de cambio no puede ni nunca será un varón. Como ejemplo, cito lo ocurrido  aquel 8 de Marzo en el que los medios utilizaron a un hombre descamisado que sostenía una pancarta para invisibilizar la marcha, o en aquella película que trata la cuestión negra y la de género al mismo tiempo titulada «Hidden Figures«, que vendiéndose como bandera de estos movimientos utiliza a un varón blanco (Kevin Costner) para romper las barreras de la discriminación.

Este tipo de imágenes invisibiliza al verdadero sujeto en lucha: la mujer

Pues no, los cambios no se regalan: se conquistan, se luchan, se trabajan. Yo no le ofrezco igualdad o reparto de tareas a mi compañera, es ella quien las reclama. Obviamente, es más cómodo y más fácil vivir en el patriarcado. Eso sí, para un varón.

Debemos ser solidarios y unirnos a la causa, debemos rechazar todo tipo de violencia, discriminación o burla y mostrar nuestro posicionamiento. Debemos apoyar las reivindicaciones laborales, sociales y políticas, y reconocer y detectar el sistema patriarcal como un sistema opresor que discrimina a las mujeres y otros miembros de la familia. 

Para finalizar, dos preguntas pensando en la jornada de huelga del 8 de Marzo, Día de la Mujer: ¿Qué pasaría si aquellas mujeres que están en nuestros espacios laborales, familiares, etc. dejaran tan solo un día de trabajar (remunerado o injustamente sin remunerar)? ¿Qué pasaría si nuestras madres, compañeras, abuelas, hermanas o tías pararan un solo día?

¡¡¡A la huelga compañeras!!!

 

 

 

Aday Hernández




Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *