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Sobre Podemos y las críticas a su gestión

De nada sirve señalar que Vox es racista y que los policías llevan bolígrafos de Vox mientras tenemos un partido llamado Podemos que está blanqueando a un PSOE que imprime unas políticas de migración muy preocupantes, de nada sirve advertir que viene el lobo si usted está alimentando a un tigre en su casa”

Podemos no ha logrado absolutamente nada que no hubiera planteado el pseudosocialismo del PSOE, únicamente escenificar vía twitter algunas cuestiones que no son capaces de confrontar desde sus cargos institucionales”

Desde que Podemos entró a formar parte del Gobierno junto al PSOE, criticar cualquier gestión suya es una acusación gratuita de formar parte de la ultraderecha. Hay quien equipara la crítica objetiva y razonada de una gestión pública a las críticas que recibían previa formación de Gobierno, por ejemplo, por comprarse una casa o por llevar rastas.

Nos meten en el mismo saco que a la ultraderecha, a la que todos queremos eliminar y la misma que no paró de crecer en los últimos años. Cuando la derecha finge preocuparse por cuestiones fundamentales desde la oposición está escenificando una postura que, todos sabemos, no se hace realidad una vez en el Gobierno (como le sucedió siempre al PSOE y últimamente a Podemos) se hacen eco de medias verdades para convencer al mayor número de personas desde el populismo. Por tanto, que Coalición Canaria o el PP y hasta Vox critiquen la gestión migratoria y convertir Canarias en islas cárcel no es razón para deslegitimar a quienes lo hacemos desde una posición de preocupación real y, menos razón todavía, para acusarnos de ultraderecha por el simple hecho de criticar la gestión del autodenominado “Gobierno más progresista de la historia”.

De nada sirve señalar insultos racistas en un campo de fútbol, dirigidos a un negro millonario que puede defenderse solito y tiene suficiente repercusión mediática (la que nunca aprovechó para denunciar situaciones mucho más graves que están sucediendo) mientras se omite lo que sucede dentro de un campo de concentración de inmigrantes.

Desde aquí se desprenden varias cuestiones muy preocupantes: por un lado, no tener mayor argumento de discusión que la acusación de facha y ultraderechista cuando se critica la gestión de un cargo público, si usted critica la gestión pública de Podemos recibirá un argumento ad hominem como respuesta. La otra forma de contestación más recurrente es acudir a titulares con declaraciones de rechazo en medios de comunicación por parte de algunos dirigentes, como si una declaración fuera ejemplo de buena gestión contra políticas de racismo institucional ejercidas por un Gobierno del que forma parte, estamos hablando de personas que tienen cargos institucionales, que ya no están en la oposición, que tienen la capacidad de plantarse en el Congreso y decir: “¡Hasta aquí hemos llegado!”, qué menos ante todo lo que está pasando, entre el continuo incumplimiento del pacto de gobierno y unas políticas de racismo institucional que ni el más conservador de los gobiernos llevó a cabo.

¿Por qué la fijación sobre Podemos y no en el PSOE, por qué Iglesias y no Marlaska? Durante la etapa de creación de Podemos como partido se sucedían numerosos movimientos sociales con consignas como: “PSOE, PP, la misma mierda es”, es decir, que ya veníamos de una notable indefensión respecto a todo lo que rodea al PSOE, me entra la risa tener que nombrar esto, pero hace mucho tiempo que muchos dejaron de considerarlo como un partido socialista y obrero. La crítica más eficaz es aquella que se le hace al sector más próximo, huyendo de dogmatismos, tenemos que señalar primero a los que teóricamente parten como más cercanos y no entender la política como un organismo pasional y visceral en el que elaboraremos cualquier tipo de argumento irracional para, más que defender nuestro partido, defender nuestra decisión electoral y, por tanto, nuestro orgullo. Trascender de esta tendencia irracional propia de las emociones, con la que cuentan todos los partidos políticos, implica imprimir un grado más de objetividad a nuestras palabras. En este sentido, se alude a Podemos en mayor proporción porque definitivamente está ocupando un espacio que se presuponía de cambio, de exigencia, de progreso. Necesitamos reclamar este nicho -que además en Canarias se encuentra muy difuso- y es de urgencia exigir que cumplan unos mínimos o se vayan para otro lado. Lo que no podemos permitir en Canarias es la vulneración de los derechos hacia miles de personas en tránsito migratorio mientras Podemos desde Madrid silencia la exigencia de la dimisión de Marlaska. Es ahí cuando el foco debe girarse de Marlaska y el PSOE a Podemos y su penoso trato a nuestras islas, impropio de un partido progresista, que blanquea a sus socios silenciando las voces que exigían la dimisión y tratando a Canarias como siempre fue tratada por el resto, como una colonia.

Al comienzo de la crisis migratoria, cuando hacinaban a personas en Arguineguín, se hizo evidente un aumento de opiniones racistas por parte de un sector cada vez más creciente de la población. Han pasado los meses y muchos ya lo tenemos claro, Canarias no es racista, el racismo lo ejerce el Estado y este racismo institucional, acompañado de una pésima gestión del asunto, provoca y alimenta el discurso de racismo explícito de partidos de ultraderecha, cuyo mensaje incide con mayor facilidad en algunos sectores de la población canaria ante tanta incertidumbre. De nada sirve señalar que Vox es racista y que los policías llevan bolígrafos de Vox mientras tenemos un partido llamado Podemos que está blanqueando a un PSOE que imprime unas políticas de migración muy preocupantes, de nada sirve advertir que viene el lobo si usted está alimentando a un tigre en su casa. De nada sirve señalar insultos racistas en un campo de fútbol, dirigidos a un negro millonario que puede defenderse solito y tiene suficiente repercusión mediática (la que nunca aprovechó para denunciar situaciones mucho más graves que están sucediendo) mientras se omite lo que sucede dentro de un campo de concentración de inmigrantes, un claro ejemplo de segregación racial en nuestros días, aunque alguno sufra a la hora de asimilar que esto está pasando actualmente y rechace ciertas comparaciones que únicamente tratan de evidenciar la gravedad del asunto frente a la pasividad mostrada por buena parte de la sociedad, siendo esto último, la pasividad y omisión el eje central de la comparación, o cómo una población responde ante ciertos eventos de gran injusticia social y su semejanza con eventos del pasado, independientemente de la diferencia en la gravedad de los sucesos comparados.

… llevan meses remando en la misma dirección del racismo institucional, de la violación de derechos fundamentales, del ninguneo continuo a Canarias. Llevan meses remando en la misma dirección para consolidar el modelo económico que deja un 60% de paro juvenil o un 40% de riesgo a la pobreza en Canarias. 



Y algunos dirán, pero usted se está centrando mucho en los puntos negativos que hay que sacrificar para alcanzar otras metas que Podemos está logrando. Al margen de que este argumento es una fría relación coste-beneficio que deviene de una mentalidad excesivamente materialista, no es cierto que se estén alcanzando grandes logros. Empezando por Canarias, Podemos no ha logrado absolutamente nada que no hubiera planteado el pseudosocialismo del PSOE, únicamente escenificar vía twitter algunas cuestiones que no son capaces de confrontar desde sus cargos institucionales y admitir su incapacidad para enfocar en una legislatura la situación de, por ejemplo, ayudas a la dependencia, aludiendo al clásico argumento de la política de siempre: “es que la gestión anterior era tan mala…” Podemos Canarias se puede resumir en una palabra: flojera. A nivel estatal comprobamos como a Pablo Iglesias se lo tragó su propio ego, como a Irene Montero se le critica duramente, incluso dentro del feminismo, por unas iniciativas legislativas con muchas lagunas y la única gestión que medianamente escapa de la mediocridad, a ojos de la opinión pública, es la de Yolanda Díaz, una ministra cuya cartera es responsable de medidas estrella como los ERTE, medida que no es exclusiva ni de España ni de la agenda social de Podemos, es bastante fácil comprobar como media Europa ha implementado este tipo de iniciativas. La sucesora de Iglesias se perfila como una política de consenso, de acuerdo, de negociación. Unas virtudes que van a sentar muy bien dentro del PSOE y a la consolidación de una coalición que debió romperse hace tiempo. En últimas declaraciones, Yolanda Díaz dice que su principal objetivo es “cuidar la coalición, PSOE y Podemos somos dos vectores que reman en la misma dirección”. Efectivamente, por fin algo de coherencia, llevan meses remando en la misma dirección del racismo institucional, de la violación de derechos fundamentales, del ninguneo continuo a Canarias. Llevan meses remando en la misma dirección para consolidar el modelo económico que deja un 60% de paro juvenil o un 40% de riesgo a la pobreza en Canarias. Seguramente, porque el papel de Podemos de cara al futuro sea atender toda esa precariedad que está apoyando a crear desde el presente, el brazo buenista y paliativo de un sistema que crea la desigualdad de la que se alimentará.

 

J. Pablo Monzón



 


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