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“1976” de Manuela Martelli

Las tiranías y otras formas de opresión siguen estando vigentes en América Latina. Quizá no solo sea el comportamiento de quienes hoy día, rigen el poder a su antojo. Creo que también, puede ser la suma de todo el caos acumulado, del temor por las cicatrices y otras heridas que los tiranos han dejado en nuestro valiente –pero por circunstancias no tan ajenas a nosotros– debilitado territorio. Hablar de opresión, parece ser, algo que nos trae recuerdos que tratamos de reconfigurar en la posmodernidad, pero la memoria tiene un lenguaje cercano a los rituales antiguos —y eso la vuelve difícil de descifrar– lo que nos lleva a recrear en muchos momentos de nuestra vida e historia, escenas dantescas que nos arrastran y mimetizan a un abismo tortuoso y con difícil escapatoria.

Entonces, la suma de todo lo anterior hace que se posen frente a nosotros, sonidos como del aturdimiento, mares embravecidos y barcos que navegan sin rumbo, o que de manera definitiva han decidido quedarse encallados en alguna parte de lo ignoto, o en algún lugar donde seamos más frágiles y el tormento entre sin que haya quien lo detenga, como si fuera un cuchillo que va atravesando lentamente cada uno los espacios más lúgubres en nuestro ser.

Desde estas premisas, creo yo, surge la película «1976» de la cineasta de origen chileno Manuela Martelli. En esta obra, la autora nos da un lúcido recorrido por la vida de Carmen, una mujer que ha decidido quedarse lejos del ruido insano en la ciudad, y con esto adentrarse a conocer otras facetas de si misma, pero su vida cambia de forma turbulenta cuando el sacerdote de la comunidad le pide ayuda para cuidar a un joven desconocido. Es aquí cuando la actriz principal se adentra a territorios inhóspitos y lugares a los que entrará, cuando la llama de la justicia se enciende en su corazón.

Martelli hace un trabajo brillante, su película es un drama histórico que en ocasiones se convierte en un emocionante thriller de misterio y suspenso. La cineasta recrea su obra con imágenes y sonidos que se hilan y también se desprenden de si mismos, llevándonos con esto a tener una visión cíclica de la vida y de la dureza con la que, quienes se atreven a cuestionar y revelarse ante el poder –en determinado momento de la historia– terminan por ser juzgados y ejecutados. Esta película tiene un trasfondo doloroso, ya que también nos cuenta el pavor que la imagen y las acciones de Augusto Pinochet llegaron a causar en Chile, tras el derrocamiento del entonces presidente Salvador Allende.

La fotografía de esta película nos muestra un trabajo exquisito y muy detallado. En cada escena, el mar se nos hace presente con su calma y su furia, haciendo una representación fríamente calculada de las emociones acumuladas. Los pájaros y sus rondas traen augurios de dolor, de tragedias en la vida de Carmen y del hombre –que de manera clandestina– está cuidando y posiblemente de su familia. En esta obra, el suspenso se hace presente desde el principio y recorre cada escena hasta el final. Entonces, con el paso del tiempo, esta cinta se nos va convirtiendo en una metáfora de resistencia ante la vil atrocidad que causaron las dictaduras en la historia de la humanidad.

«1976» es una película que toma vigencia hoy día, mientras el poder sigue cayendo en manos equivocadas y los pueblos –no solo de América– sino también de todo el globo terráqueo pagan las consecuencias de las decisiones erróneas y las democracias fallidas en esta era tan convulsa y violenta que, por momentos, parece hacernos volver a tiempos en donde el oscurantismo y la inquisición eran verdades hostiles e incuestionables.

«1976» también es una denuncia quijotesca que la cineasta realiza para mantener vigente el cuestionamiento hacia quienes, hasta el día de hoy, siguen transmutando el poder en una filosa espada que atraviesa a los frágiles pueblos de la América Latina. Manuela Martelli, supo narrar con hidalguía toda la tristeza a la que su pueblo natal ha sido sometido pero que, a pesar de ello, aun siguen batallando para levantarse y seguir reinventándose en el andar diario.

Omar Cruz

@OmarZavala1998

 

 

Omar Cruz es hondureño por nacimiento, estudiante de la carrera de Periodismo y Antropología, narrador, ensayista, columnista internacional, reseñador literario y autor del poemario: Hologramas de ayer, hoy y para siempre… (Atea Editorial, 2019) sus artículos y poesía han sido publicados en periódicos y revistas de México, Argentina, Colombia, Venezuela, Honduras, Guatemala, España, Costa Rica, Panamá, Perú, República Dominicana, Islas Canarias e Italia.  En septiembre del año 2022 fue finalista en el concurso de cuentos de ciencia ficción, suspenso, misterio y terror convocado por la revista literaria mexicana Inéditos. Su poesía está en antologías de: Honduras, Guatemala, El Salvador, Colombia, Venezuela y México. Ha sido traducido parcialmente al francés, italiano, inglés y recientemente al catalán.

 

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