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Excluidos del paraíso

Canarias es un paraíso. Tenemos playas de fina arena de todos los colores, verdes montes y elevadas montañas que mueren en el océano Atlántico, temperaturas suaves y todas las horas de sol que te puedas imaginar. Pero no lo es para los que vivimos de manera permanente en sus tierras, o no lo será si no paramos los disparates de políticos vendidos a grandes corporaciones y oligopolios

No puedo negar que soy un enamorado de mi tierra. Cada vez que visito una de las islas hermanas, la piel se me eriza. Cuando participo de manera activa en una romería o escucho a Los Sabandeños, unas lágrimas se deslizan por mis mejillas.

Canarias se seca, y las islas orientales ya están viviendo restricciones permanentes en el consumo de agua. Los majoreros y conejeros se encuentran con restricciones en el uso del agua mientras que nuestros «amados turistas» consumen toda la que desean.

Nuestro mar se recalienta y se contamina con «microalgas» de manera constante. No tenemos depuradoras suficientes o eficientes para poder tragar con la propia y la generada en nuestros grandes alojamientos «turísticos».

Los pocos espacios vírgenes que actualmente tenemos se ven atacados casi a diario por obras inútiles, monstruosas e innecesarias, como puertos fantasmas, Granadilla o Fonsalia, circuitos del motor o intentos de construir grandes hoteles para el «turista».

Tenemos los salarios más bajos del Estado español y las peores condiciones laborales. Se sigue potenciando el monocultivo del turismo, mientras vivimos en la miseria con una pobreza que roza y me atrevo a decir que sobrepasa el 37%. Nos resulta imposible alquilar con nuestros salarios y crear una vida propia, pero se potencia la llegada de «nómadas digitales» y nos prohíben habitar en determinados espacios «turísticos» con multas que van desde los 30.000 € hasta los 300.000 €, como ocurre en San Bartolome de Tirajana.

Y todavía nos dicen que «vivimos en el paraíso». Nos atacan y nos denigran, destrozan nuestros espacios naturales y vírgenes, empichan cada tramo de nuestras tierras de cultivo y nos obligan a recluirnos en espacios cada vez más reducidos, y todo ello para no molestar a nuestros «amados turistas».

Díganme de qué me sirve rozar o superar récords «turísticos» si con ello destrozo mi vida, cultura y territorio. ¿De qué nos sirve si cada vez somos más pobres y miserables, si con un solo trabajo no podemos enfrentarnos al aumento desmedido y descontrolado del precio de los productos más elementales o el alquiler?

Esto ya no es un paraíso. Nos han excluido del mismo y nos han rebajado al nivel de infrahumanos.

Canarias es un paraíso, pero no para los que habitamos las islas de manera permanente.

Canario y canaria, alza tu voz y alza tus manos, pues te están destrozando a ti y a tu tierra. En breve, ese turista desaparecerá también, pues habremos perdido aquello que nos diferenciaba del resto del mundo. Seremos tierras áridas y sin vida. Intentaremos sobrevivir y resurgir porque en ese momento cercano, ya no seremos un «Paraíso» para nadie, sino un infierno en la misma tierra.

 

Jesús Socas Trujillo

 

4 comentarios en «Excluidos del paraíso»

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