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Agenda feminista como reivindicación de avance en la lucha

Ya estamos nuevamente en el día de la mujer trabajadora, 8 de marzo del 2024, es por ello que me apetece recordar que el sujeto del feminismo es la mujer, y que esta lucha nace y continúa para acabar con la opresión y discriminación recibida a través de los mandatos de género por haber nacido precisamente mujer. A día de hoy echo de menos una agenda con la que liderar las políticas que nos imponen a través de subvenciones y/o recursos que no están siendo efectivos ni para paliar las consecuencias de las violencias machistas que seguimos padeciendo, ni para debilitar el sistema patriarcal que sigue cimentando nuestra cotidianeidad.

Y bien, si hablamos de prioridades, creo que es importante que nuestra agenda comience por visibilizar, asumir y erradicar la violencia institucional que se ejerce sobre nosotras, es necesario garantizar el bienestar de las niñas y mujeres. Para ello lo urgente es corregir el trato que se nos da desde las instituciones, estas deben de practicar las políticas de cuidados aplicadas a las sensibles circunstancias que nos hacen pedir amparo, ya que la realidad es bien distinta pues las administraciones son fieles ejecutoras de las políticas patriarcales, por lo que nos encontramos con la revictimización continua y penosa de la mujer o la niña que ha sufrido un acoso, una violación, un maltrato, un abuso. El miedo a ese doble maltrato es muy potente y cada día se conocen más casos de mujeres que no llegan a denunciar por ello. El sistema burocrático no entiende ni atiende las vulnerabilidades.

Así que el primer punto de la agenda tendrá que ser, corregir el sistema que permite que las administraciones y sus burocracias agredan una y otra vez a la mujer, porque con el sistema actual la reparación está vetada, es imposible con la repetición de las violencias sobre la mujer una y otra vez.  Les voy a narrar un ejemplo: hace unos días me llegaba la protesta de la madre de una joven asesinada. Resulta que ahora tiene que estar vinculada al asesino de su hija de por vida, hasta que este individuo le pague la cuantía económica que ha sentenciado la justicia. ¿Alguien cree que una madre quiere estar vinculada económicamente con el asesino de su hija?, ¿cómo es posible? Este es otro ejemplo de que el sistema es otro agresor en potencia, un inhibidor de que la mujer se sienta con derecho a reclamar justicia y reparación del daño. El sistema es opresor y avala a los victimarios.

Otro ejemplo lo encontramos en la metodología de atención a las mujeres que denuncian y no tienen recursos económicos propios para solventar la situación de la vivienda. Se les facilita un espacio donde vivir y con su descendencia si la hubiese, pero alguna vez se han preguntado: ¿cómo se puede sentir una persona que para salir de una relación de violencia tiene que vivir lo violento que es dejar su hogar, vivir escondida y convivir con otras familias que están en esta trágica situación?, ¿realmente el sistema cuida y protege a estas mujeres? Personalmente creo que la víctima tiene que aceptar las condiciones del sistema que realmente están elaboradas para no ir en contra de los derechos del victimario, si no fuera así, sería a él a quien además de mandar a chirona una vez que sale se le debería de obligar a vivir en otra comunidad autónoma.

En definitiva, podría estar hablando de ejemplos, uno tras otro, de madres que denuncian abusos o amenazas de los padres de sus hijas e hijos hacia las menores y que no son escuchadas o incluso son tachadas de pesadas o mujeres desequilibradas. O de esos hombres que hasta de lejos se ve que son posibles psicópatas y que cuando cometen una atrocidad nadie se lo explica, ¡con lo buen muchacho que era!, da igual que el susodicho haya sido un cocainómano, un mujeriego y un manirroto. No existe visión de prevención porque no se trabaja sobre las posibles conductas, más allá de las evidentes de control y agresión, que alertan de que un hombre es un posible agresor. Se ha estado demasiado tiempo y se han destinado demasiados recursos a hablar de cómo es y cómo actúa la víctima. Y ese no es el problema, el problema es que hay hombres que se sienten con derecho a violentar, agredir, violar, asesinar.

Como segundo punto de la agenda feminista, creo que es necesario abordar las condiciones laborales y materiales de los recursos específicos para atender a la mujer víctima de violencias machistas. Es evidente que si tenemos carencias estructurales y estas son mantenidas en el tiempo esto repercute en la imposibilidad de prestar una atención de calidad, y así está ocurriendo con estos servicios que tienen listas interminables de espera para ser atendidas por una psicóloga o una abogada, en muchos casos se atiende a la mujer en infraestructuras que no cumplen con los requisitos mínimos para garantizar la intimidad y la protección de datos. La forma en que tratamos a las mujeres, a las profesionales que trabajan en estos recursos es otra realidad que deja entrever la violencia del sistema.

Continuando con la agenda feminista creo que es fundamental seguir avanzando hacia nuestra soberanía, si bien gracias a las mujeres que desde el siglo XVIII lucharon y se enfrentaron con los gobiernos para conseguir que hoy en día seamos sujetos con derecho a tener una independencia económica, opinión política y ejercer nuestro derecho al voto, creo que aún queda trabajo sobre la independencia emocional en la que se empezó a poner en el foco desde los años 70. Hoy en día, podemos ser conscientes de los mandatos de género que nos condicionan a través del amor romántico a vivir esclavas de nuestras emociones, y es evidente que esa conciencia nos ha llevado a la búsqueda de soluciones para paliar esta codependencia relacional, sin embargo, tenemos todo un sistema que pretende que no avancemos porque mientras sigamos siendo productoras y reproductoras a bajo costo somos muy rentables para el capitalismo. Si hablamos de alcanzar la soberanía sexual junto con la emocional ya estamos adentrándonos en terrenos hostiles donde el patriarcado se va a endurecer, es por ello que se sigue premiando nuestra cosificación y que volvamos a sentirnos objetos para agradar al sujeto que es el hombre. De forma paralela se nos sigue confundiendo o manipulando con la “liberación sexual”, que fíjense que casual que vuelve a favorecer una vez más a la otra mitad de la población.

Para concluir quiero destacar que con la independencia económica, sexual y emocional sí vamos camino a esa liberación del sistema que nos oprime, discrimina, que nos engaña con un sucedáneo de igualdad mientras seguimos siendo esclavas de los cuidados, de nuestra imagen, víctimas de: agresiones, violaciones, de falta de reconocimiento profesional, de la brecha salarial, de la invisibilización, víctimas de la privación de la condición de ser consideradas sujetos. Tal vez sea el momento de ser soberanas, de sentirnos completas y satisfechas por nosotras mismas. Un año más el día internacional de la mujer trabajadora es un día de reivindicación.

 

María José Belda Día

Psicóloga Sanitaria, feminista, activista.

Especialista en violencias sexuales y de género

desde un enfoque multidisciplinar.

Mediadora. Forense

 

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