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Canarias dice ¡BASTA!

El 20 de abril, Canarias se alza como el escenario de una movilización histórica. Las voces de la indignación y la desesperación convergen en un clamor desgarrador. Las Islas, antes paradisíacas, ahora se retuercen bajo el peso de sus propios errores

La sequía, como un lamento ancestral, ha secado los manantiales y agrietado la tierra. El Cabildo de Tenerife, en su ceguera, declara la emergencia hídrica, pero sus palabras son como hojas secas llevadas por el viento. Las medidas, tejidas con hilos de indiferencia, no logran suturar las heridas de la tierra. En Puerto de la Cruz, los turistas chapotean en piscinas mientras el agua escasea. Santa Cruz, densa y asfixiante, no se inmuta ante la sed de sus habitantes. Y en Arona, la expansión urbana avanza como un cáncer, devorando los últimos rincones vírgenes.

Los espacios naturales, una vez sagrados, ahora son sacrificados en el altar del progreso. Políticos y cadenas hoteleras, como titanes insaciables, desgarran la piel de la tierra. Los árboles caen, sus raíces arrancadas por la codicia. Nuestros charcos naturales, testigos mudos de la tragedia, se desvanecen en el abrazo tóxico del mar y de los espacios turísticos.

El océano, ese espejo de nuestros pecados, está enfermo. Las aguas fecales fluyen sin restricciones, como veneno vertido en una herida abierta. Las «microalgas» se multiplican, una plaga verdosa que asfixia la vida marina. Las playas, una vez de arena negra y acogedoras, ahora son campos de batalla entre la contaminación y la esperanza.

La vivienda, un sueño roto, se alza como un fantasma en las calles. Los canarios y canarias, atrapados en la telaraña de la desigualdad, miran con ojos cansados los apartamentos inalcanzables. Los nómadas digitales, estos intrusos privilegiados, ocupan los rincones de nuestras ciudades. Mientras ellos se bañan en lujo, los demás nos hacinamos en infraviviendas, sin hogarismo, sin refugio.

Es momento de romper con el mantra del turismo como única salvación económica. Es «El Turismo Vive de Canarias«, no al revés. La explotación desmedida de nuestros recursos naturales y la falta de reinversión en la comunidad local nos ha dejado sumidos en la pobreza y la precariedad laboral, situación que empeora cada año más pese a las cifras históricas que se empeñan en vendernos.

Hermanos y hermanas canarias, es hora de alzar la voz y reclamar un cambio real. No podemos seguir siendo marginados en nuestra propia tierra. Debemos unirnos en una lucha común por un futuro más justo y sostenible. Juntos, podemos derribar las barreras que nos oprimen y construir una Canarias donde todos podamos prosperar. ¡El cambio está en nuestras manos y no descansaremos hasta lograrlo! ¡Adelante, compañeros de lucha, el momento es ahora!

 

Jesús Socas Trujillo

 

 

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