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Canarias frente al reto demográfico

Canarias tiene un grave problema: crece poblacionalmente demasiado, más de lo que es capaz de soportar un espacio tan limitado. Es como una sopladera (globo para los no canarios) al que se le ha ido añadiendo agua poco a poco, lentamente, pero sin parar. Si de vez en cuando pierde algo de líquido, recupera espacio libre, pero si se incrementa el chorro entrante llega un momento en que no puede albergar tanto líquido y, sencillamente, revienta. Canarias está llegando a ese momento.

Algunos dirán sin pensarlo mucho (o sin pensarlo en absoluto), que la culpa es de la inmigración africana. Es la excusa fácil, pero también la más errónea: el destino deseado, el lugar a donde quieren llegar las personas que huyen de la miseria, el hambre o la guerra no es en absoluto unas islas, un ecosistema cerrado. Su deseo es alcanzar el continente europeo.

El aumento poblacional de Canarias no viene en patera, sino en avión, preferentemente de Italia, el Reino Unido o Alemania, además de peninsulares desplazados bien por motivos de trabajo, bien por propio interés, atraídos por el clima o cualquier otra razón. Así como personas procedentes de Hispanoamérica (el mismo lugar al que, hasta hace relativamente poco emigrábamos los canarios). El motivo es lo de menos y todo el mundo tiene derecho a buscar una vida mejor. El problema es que el espacio en Canarias es el que es.

Unos datos: en Fuerteventura la población ha pasado en 25 años de 49.000 habitantes a casi 127.000 actualmente, con más de un tercio de extranjeros residentes. Dicho de otra manera, ahora mismo en Fuerteventura viven prácticamente tantos extranjeros como habitantes «naturales» tenía hace 25 años. Pero la isla, el territorio, sigue siendo el mismo.

Si echamos la vista a Lanzarote, en 1.994 tenía 75.000 habitantes. Ahora va llegando a los 164.000. Misma isla, mismo territorio, mayores problemas. ¿y cuáles son, entre otros, esos problemas?

Para empezar, la cuestión del agua: Canarias tiene grandes carencias de agua potable, a pesar de estar rodeados por ella. Cierto que aprovechamos cada vez más los recursos mediante desalación o regeneración del líquido elemento. Pero ello tiene un coste elevado, y el nivel freático de nuestras aguas subterráneas no para de bajar.

Citemos la vivienda en un territorio limitado: no podemos estar construyendo sin parar y destruyendo nuestro territorio, nuestra tierra, por mucho que los «amigos» del Gobierno de las derechas canarias se estén frotando las manos. Añadamos que, al aumentar la demanda, el precio de la vivienda no deja de aumentar (al igual que las hipotecas). Si, encima, la escasa y lenta atención al tema de las viviendas vacacionales hace que, cada vez más, la población autóctona tenga más difícil encontrar donde vivir a precios que nuestros bajos sueldos se puedan permitir, el daño sigue aumentando.

Hablemos de nuestra dependencia exterior en el tema alimentario. Posiblemente Gran Canaria sea, a día de hoy, la única isla con un Gobierno realmente preocupado, y actuando con todos los medios a su alcance, por conseguir la soberanía alimentaria. Pero, por muchas ayudas a agricultores, ganaderos y pastores que el Cabildo presidido por Antonio Morales esté gestionando, el problema es muy grande y no se soluciona con facilidad. Menos aún si cada día aumenta el número de habitantes a los que surtir de recursos básicos como la alimentación kilómetro cero.

Más recursos básicos: el tratamiento de residuos, el transporte o la producción de energía para una población en continuo e insostenible crecimiento. Según las previsiones del Instituto Nacional de Estadística (a ver cuándo cambian lo de «nacional» por «estatal», pero eso es para otro debate), Canarias llegará en tan sólo 15 años a una superpoblación de 2.600.000 habitantes. Si ahora mismo, con algo más de 2.200.000, la situación empieza a ser crítica ¿Qué ocurrirá dentro de unos años? No parece que el Gobierno de las derechas canarias (Coalición Canaria y el Partido Popular) esté muy por la labor, más allá de declaraciones grandilocuentes vacías de propuestas coherentes.

Canarias tiene que apostar decididamente por el crecimiento sostenible. Ello tiene que ser actuando sobre el modelo de desarrollo, recuperando los Planeamientos Urbanísticos en el ámbito local, los Planes Insulares de Ordenación y las Directrices Generales de Ordenación Territorial. Todo aquello que el anterior Gobierno de Fernando Clavijo quiso «cargarse» con «la» «su» Ley del Suelo. Esa Ley del Suelo que ahora vuelve a «mostrar la patita» con salvajadas como la de permitir construir en suelo rústico.

Canarias tiene, sí o sí, que hacer frente al reto demográfico e impedir el crecimiento desorbitado. Nuestro crecimiento debe reducirse a fin de no destruirnos a nosotros mismos. Centrarnos en la protección de nuestro territorio y nuestro medioambiente. De lo «nuestro». Será difícil dada la libre circulación entre ciudadanos que propugna Europa y que no se puede evitar, pero también es razonable y absolutamente necesario que ejerzamos un control con los medios a nuestro alcance para no abocarnos al colapso como territorio.

 

Ángel Rivero

 

Foto de cabecera: estación de guaguas de Santa Cruz de Tenerife (Foto: El País Canario). 

 

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