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Carta abierta a Tenerife

«Exijamos medidas reales, recursos tangibles y acciones concretas para proteger lo que es nuestro»

Mis adorados hermanos y hermanas de Tenerife:

Hoy, las palabras son como lágrimas que fluyen de mi corazón, incapaces de contener el dolor y la tristeza que siento por lo que estamos viviendo. Nuestra isla, nuestra casa, está siendo consumida por el fuego y la devastación, y no puedo evitar sentir que parte de mi alma también arde con ella. Cierro los ojos y puedo ver nuestras montañas, nuestros rincones favoritos, todo lo que amamos, consumido por las llamas.

El cielo, que una vez fue un lienzo azul que se alzaba sobre nuestra tierra de ensueño, ahora se tiñe de gris y humo, como un reflejo del dolor que se cierne sobre nosotros. Las calles que solían estar llenas de risas y alegría ahora están desiertas, y la sombra del miedo se cierne sobre todos nosotros. Pero incluso en medio de este desgarrador caos, encuentro un atisbo de esperanza, la misma esperanza que nos define como tinerfeños.

Cada uno de nosotros tiene una historia que contar, una conexión profunda con esta tierra que nos ha sostenido a lo largo de los años. Las risas en las playas, los paseos por los bosques, los abrazos bajo el sol, todas esas memorias se mezclan con el dolor de ver todo arder ante nuestros ojos. Cada árbol que se consume lleva consigo un trozo de nuestro corazón, cada rincón que desaparece en las llamas se lleva consigo un pedazo de nuestra alma.

Siento la desesperación en cada evacuado, en cada familia que ha sido desplazada de su hogar. La incertidumbre del futuro se refleja en sus ojos y en sus rostros cansados. Pero recordemos que somos una comunidad resiliente, una familia que se apoya mutuamente en los momentos más oscuros. Tenerife corre por nuestras venas, y es el lazo indestructible que nos une en estos momentos difíciles.

Tenerife es más que solo tierra y mar. Es un mosaico de sueños, de historias, de amor y esperanza. No permitamos que el fuego nos arrebate eso. En medio de la tragedia, en medio del dolor abrumador, debemos encontrar el valor de levantarnos y enfrentar esta crisis juntos. Exijamos medidas reales, recursos tangibles y acciones concretas para proteger lo que es nuestro.

El dolor que sentimos es real y desgarrador, pero también lo es nuestra capacidad de recuperación. En la oscuridad de la noche, en el estruendo de las llamas, debemos encontrar la fuerza para mantener viva la llama de la esperanza. Hagamos que cada lágrima que cae por nuestras mejillas sea una promesa de lucha, una promesa de que no descansaremos hasta que Tenerife vuelva a ser el paraíso que conocemos y amamos.

Mis queridos compañeros, lloramos juntos, luchamos juntos y sanaremos juntos. No estamos solos en este camino. Mientras enfrentamos esta tristeza y devastación, recordemos que también llevamos la semilla de la esperanza en nuestros corazones. Unidos, como una familia unida, superaremos este oscuro capítulo y construiremos un nuevo amanecer para Tenerife.

 

Jesús Socas Trujillo

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