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Miguel Ángel González Escalera. Ar timlilit gma n amddakur

Ya el romano Virgilio, unos cuantos años antes de Cristo, en su poema “Geórgicas”, en medio de consejos sobre cultivos, plantas y animales nos advierte de que “fugit irreperabile tempus”. Decimos que el tiempo se nos va irremediablemente y sin posible retroceso, pero eso no es cierto. El tiempo no se va a ningún lado. Los que nos vamos somos nosotros, criaturas esencialmente fugaces. El existir nos va dejando huellas indelebles y muchas cosas, antes importantes, dejan de tener sentido, pero hay algo que se mantiene: los sentimientos, el amor, el cariño…y el recuerdo de los que ya han traspasado la barrera de ese tempus fugit al que todos nos encaminamos inexorablemente.

El cuerpo se encallece, pierde vitalidad, pero lo que entendemos por alma sigue acumulando recuerdos capaces de prolongar en nuestra memoria la existencia de los seres queridos, familias y amigos. Desde luego que es doloroso incorporar nuevos habitantes de nuestra memoria a los que solo veremos en el recuerdo, pero es inevitable.

Reflexionamos sobre esto para lograr vencer la amargura que sufrimos por estas separaciones pero necesitamos sacar a la luz nuestros recuerdos porque es la forma de que los que han partido mantengan, para nosotros, su esencia. Por decirlo de alguna forma. Su vida se prolonga en la nuestra. No se pierde totalmente. Nadie muere si se le recuerda y ese recuerdo hay que sacarlo a la luz para disipar la amargura.

A mi memoria, en la que habitan los seres con los que he tenido la fortuna de compartir vivencias y afectos, se van uniendo rostros, nuevas personas que seguirán, mientras yo mismo subsista, formando parte de mí mismo, de mi trayectoria vital. Abuelos, padres, hijos, tíos, familias y amigos quedan dentro de nosotros hasta que nos reunamos todos en la estrella verde que es la memoria de los que nos sucedan.

Ayer, otro querido amigo y camarada de largas y esperanzadas luchas ha partido hacia el infinito. Miguel Ángel González Escalera regresó de las Breñas palmeras a su Aguere natal para finalizar el fecundo ciclo de su vida. Mañana, de nuevo, trasladarán su cuerpo a su querido pueblo de San Pedro, donde tuvo su última morada, terminando así su paso por esta tierra canaria que tanto ha amado y por la que ha luchado.

Cuando conocí a “Escalera” –que es como familiarmente lo llamábamos- era todavía un pibe, vital, enérgico y apasionado, a poco de salir de nuestro viejo Instituto de Canarias, hoy “Cabrera Pinto”. Estudiante ya de Derecho en la ULL, con poco más de una veintena de años, se embarcó en el ilusionante momento político que vivíamos en Canarias: La lucha por la libertad y la manumisión de las clases trabajadoras. Apareció, tras una manifestación, por la entonces pujante y combativa Confederación Canaria de Trabajadores, la histórica CCT de la segunda mitad de los años 70. Se integró en el equipo jurídico que llevaba Miguel Ángel Díaz Palarea y desde allí ejerció funciones múltiples, cada vez más complejas de la asesoría laboral, contribuyendo al éxito de algunas de las manifestaciones más importantes de los trabajadores en esos años, como la gran huelga de CESPASA (“la de la basura”) que obligó al Ayuntamiento de Santa Cruz a la firma de un convenio colectivo con un 100% de subida salarial, algo entonces nunca conseguido en ningún conflicto sindical.  Eran los días en que se declaró la Huelga General –que derivó en una verdadera insurrección popular- a fines de septiembre de 1976 por el alevoso asesinato de Bartolomé García Lorenzo en Somosierra por la policía española donde tanto la CCT como el PTC, en que militaba Escalera, fuimos convocantes y partícipes importantes. Eran también los días en que fuimos uno de los convocantes de la Huelga General del 12 de diciembre de 1977 y partícipe de los graves sucesos que se suscitaron tras el asesinato en la ULL de Javier Fernández Quesada por la Guardia Civil española.

En ninguna lucha faltó el apoyo de Escalera.

Pasadas aquellas etapas duras, terminada su licenciatura en Derecho, se trasladó a La Palma donde ejerció como profesor integrándose totalmente en la sociedad palmera. Hoy sé que su hijo Ruymán llora su marcha desde tierras gringas donde trabaja.

Nuestros antepasados creían que las personas que, en vida, habían luchado y sacrificado por una idea, volvían después de morir en forma de “Machiales” para alumbrarnos y guiarnos con su ejemplo y recuerdo. Desde esta noche un nuevo Machial volverá a estas islas y una bella bandera tricolor con sus siete verdes estrellas se izará a media asta en su honor.

Amigo, compañero y hermano Escalera. Gracias y hasta la vista.

Amidi, amddakul n gma Escalera. Tanemmirt n ar timlilit.

 

Gomera, a 30 de enero de 2023

Francisco Javier González

 

 

 

 

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