Rincón electorero. El muerto se murió otra vez
Hoy lo ocupo con un cuento «electorero». Lo escribí para las elecciones al Parlamento español del 26 de junio de 2016. Si cambiamos los nombres sigue siendo “electoralmente válido”. Tal vez bastaría con cambiar “Rajoy” por “Feijoo”. Total, de gallego a gallego y tiro porque me toca.
El muerto se murió otra vez
Me pasó esta mañana y así, fresquito, lo voy a contar. Venía yo, calle Nicolás Estévanez p’abajo, con la intención de sentarme un rato en el Parque de Santa Catalina y estar cerca de lo de los Hermanos García, donde había quedado a la una pa’comer con mi amigo Toño Santos y hablar de un cáncamo que quería que le hiciera en el patio de su casa de Jinamar cuando, al llegar al cruce con Fernando Guanarteme, allí donde CICAR, me encontré a Juan “Gufo”.
Juan estaba más arrugado, apergaminado y amarillo que nunca, y eso que, desde guayete, lo llamaron “Gufo” por el color a cera pascual que tenía, no por el olor, que en eso era normal. Claro que estar de esa forma era lógico si tenemos en cuenta que Juan llevaba ya una pila de años muerto.
-Coño Juan, ¿Qué haces por aquí con esa pinta tan abacorante?
Juan jalaba aire como si tuviera la cachimba en la boca y hablaba jamaquiando. –Cállate compay, que ya uno no puede estar tranquilo ni cuando está muerto. Cada vez que hay elecciones pegan todos con el mismo guineo y no me dejan reposar en paz. ¡Pues no me manda una carta el berringallo del Rajoy que principia diciendo “Estimada amiga, estimado amigo”, ¡como si parrandiaramos de belingo juntos!… ¡Además me dice que “me pongo en tu lugar” con esta vaina de las elecciones! Y no hay equivocación. Me lo dice a mí porque viene bien claro mi nombre, Juan Suárez Quintana, y mi dirección, allá en el Risco, en la calle Micaelita Pérez, cerquita de la tienda de Paquita Lemes. Antes dicen que había, allá en España, bandoleros que robaban al rico pa’darle al pobre, pero estos azules descoloridos de ahora roban al pobre pa’inflarse sus bolsillos ya repletos. ¡Fuertes zarandajos pa’darles un voto! Mejor los boto pa’la Marfea como hicieron ellos enantes. Lo que este guirre gallego no me dice es si van a devolver lo que han saqueado.
Camina uno dispués por estas calles y no ve sino monigotes pegados a las paredes en papeles de colores. Todos te dicen que votes y que ellos son los mejores y pegan a prometer y a prometer y, al final, leche machanga.
-Juan. Pa’eso son los carteles. Pa’que uno vea a los políticos. No seas renegado. Esos son los que nos quieren arreglar las cosas.
La perorata que me jincó a continuación fue pa’rellenar la cacharra, pero reconozco que, enterado sí que estaba, el muy baladrón.
-Fitetú como son estos parejeros políticos, igual aquí que en Tenerife. ¿Te recuerdas de mi compadre Pancho “Bocabreva”, aquel magallote de Fuera de la Portada, ñoco de la pata izquierda, que se fue pa’Santa Cruz cuando lo de Javier Fernández Quesada, y se quedó allá, allá murió y allá lo enterraron? Pues cada vez que hay elecciones d’estas lo citan también. En vez de quedarse tranquilo en Santa Lastenia, le da la calabernada de venir p’acá y se mete, colado de polizón, en el ferry de Armas. Me cuenta que los del Clavijo, ese que se arrodilla ante el Rey, y la tal Oramas familia de aquellos de las guaguas encarnadas, esos que gobiernan junto al PSOE y quieren vender todo el suelo pa’sus amiguetes de perras, dicen que ellos “si nos representan” ¡Agarrate del pris que te vas p’al agua!
Juan siguió, cada vez más acalorado: -Y de los de aquí ¿Qué me dices? Me acuerdo de cuando sacamos pa’lante a Bermejo y a Sagaseta ¿Pa’que? En PCU creíamos que traeríamos la independencia, pero lo único que comprobamos es que pa’luchar por la independencia hay que ser independentista y decirlo clarito, no como hicieron aquellos caballeretes que toletiaban de un lado pal’otro con la cantinela de la república federal, y otras gainas, según viniera la marea. Ahora, que ya no hay PCE ni vainas por el estilo aparece una gente nueva, a la que llaman “Podemos”, que se ha tragado a todos los que tiran por la izquierda y otros que dejan chiquito por la derecha al Primo de Rivera, repintados de naranja, que están todo el puto día con el guineo de España pa’rriba, España pa’bajo, Cataluña va, Cataluña viene, armando con ello tremenda zinguizarra.
Después de un carraspeo siguió Juan con su voz mellada por los largos silencios y el frío del nicho
– Na’más hace un par de días uno de sus jefes, el tal Errejón, estuvo mitineando en la Plaza del Pilar, en Guanarteme. Yo fui p’allí a regoler. Estuve esperando más de media hora, con todo el mundo sentado, porque esperaron a que acabara la misa en el Pilar pa’principiar. Había una buena majuga de gente con la Meri Pita organizando, con sopladeras lilas alzadas, todas muy alegres y un gran cartel detrás que ponía “La sonrisa de un país”. ¡Toma ya! A mí lo que me entró fue la risa cuando otro de los candidatos de pa’fuera dijo que al “rencor y el odio” con que los trata el PSOE contraponía “el amor como herramienta de construcción política” y eso a los del PSOE, que me parecen más perdidos que el barco del arroz, se las trae al pairo, que están entre ellos como kíkeres engrifados. Había allí una gente que presumía de “nacionalistas canarios” por lo que, cuando oí al Errejon decir que “Canarias es una colonia turística” dije pa’mi ¡Ya el conejo me’risco la perra! Con esta gente, el nacionalismo canario va proa al marisco sin remisión….
Juan se había quedado ya sin resuello. Lo dejé que se recuperara y le pregunté. –Entonces Juan ¿Qué vas a hacer? ¿A quién apoyas?
Me miró serio y apesadumbrado. Se puso más cerúleo todavía, suspiró y me contestó:
-Compañero. Aquí no hay nada que hacer. Todos estos están más muertos en sus ideas que yo, así que, hasta que no brote un independentismo serio, mejor me vuelvo a morir. Me voy a coger la guagua pa’Siete Palmas y vuelvo a San Lázaro hasta las próximas elecciones.
Francisco Javier González