Trabajarse emocionalmente al pueblo catalán
Aunque con días de retraso -se esperaba para el día dos de octubre- ha comenzado la campaña emocional que Podemos había planeado dirigir hacia el pueblo de Catalunya. A los de Podemos, se les ha dado muy mal improvisar, y ya desde hace varios días habían filtrado cuál sería su táctica después de que la “fuerza bruta” se ocupara de infundir terror y miedo a los catalanes. No nos equivocamos en El País Canario cuando advertimos de que Podemos y el Sí Se Puede (pseudomarca canaria del partido de Iglesias) habían abandonado a Cataluña; el guión exigía las dos partes del “juego” para que el toque emocional pudiera hacer su efecto psicológico. Es decir, las personas previamente debían ser aterrorizadas de alguna forma. Para que nos entiendan: el poli bueno y el poli malo de toda la vida, pero escenificado a lo grande.
La cuestión para Iglesias es “recuperar” a esos catalanes que ellos consideran que volverán al redil español si se les dan unas buenas “caricias” y “carantoñas”. Pero primero tenía que venir la “leña”, de lo contrario no funciona. La porra debe usarse para que adquiera todo su sentido, o lo que es lo mismo -en clave podemita- que el significante adquiera su significado.
Podemos se desentendió de Catalunya: el plan era “esperar al día siguiente”
De nada sirven las quejas escenificadas -desde Twitter- por el señor Iglesias y su Santa Compaña el día 1º de octubre. Desde que en Catalunya comenzó la ocupación policial -casi dos semanas atrás- los señores de Podemos y los de Izquierda Unida tenían que haber llamado a la movilización general en contra de la represión. Desde el día 20 de septiembre, esa izquierda española debió salir a las calles, incluso, en lo posible, debieron acudir a Cataluña, como hicieron los bomberos vascos, a apoyar y proteger el Procés; pero no hicieron nada de eso, pese a presumir de tener millones de votantes y seguidores. Su plan era “esperar al día siguiente”.
En Canarias, por poner un ejemplo (exceptuando al grupúsculo de Anticapitalistas), los de Podemos y los del Sí Se Puede no han acompañado ninguna de las acciones organizadas en las Islas a lo largo de estas dos semanas para exigir respeto y defender el “derecho a decidir” del pueblo catalán; tampoco firmaron ninguno de los manifiestos elaborados en las Islas de apoyo al pueblo de Catalunya. Solamente se dejaron ver –unos pocos- en la concentración espontánea en la noche del 1º de octubre, a las puertas de la sede del Partido Popular, en Santa Cruz de Tenerife. De hecho, se tuvieron que tragar canticos como: Podemos, escucha, los pueblos están en lucha; Pablo Iglesias, jódete, jódete o Pablo Iglesias dimisión. Cánticos normales en aquel contexto de lucha, dado que mucha gente era consciente del infame papel jugado por los morados hasta ese momento.
La táctica política
En lo puramente político, las claves son las mismas: reducir el conflicto catalán -la movilización de todo un pueblo- a un enfrentamiento nominal entre Rajoy y Puigdemont. Algo que no deja de ser aberrante para los que conocemos mínimamente Catalunya y hemos entendido la importancia de la movilización social de ese pueblo. Ese reduccionismo nos parece paternalista y un insulto a la inteligencia de los catalanes y catalanas que llevan meses de movilización y de lucha; catalanes y catalanas que han dado estos días una increíble lección de civismo sin precedentes en la historia del Estado español.
¡¡¡Catalunya ya decidió!!!
Somos consientes de las grandes dificultades que atraviesa Catalunya en este momento histórico; somos consientes de que, en muchas ocasiones, se han sentido solos e incomprendidos, pero también sabemos que el cariño, el verdadero cariño, se expresa cuando respetamos lo que decidieron el pasado 1º de octubre los catalanes y catalanas. El cuento del “referéndum pactado”, solo es la zanahoria, detrás va el palo. Por esa razón, esperamos que la sociedad catalana sepa responder con la cordura que le caracteriza a las falsas muestras de cariño y a esas carantoñas de una izquierda españolista que debería estar luchando no por convencer a los que ya están convencidos del camino elegido, sino luchando por democratizar a su Estado español. No es Catalunya la que debe cambiar la dirección escogida, es España la que debe cambiar. Pero eso, viendo a esa masa de energúmenos animando las cargas policiales desde las redes sociales, es una demanda metafísica.
Catalunya es el ejemplo para todos los pueblos, un ejemplo de dignidad al que solo podemos responder con un merci, Catalunya, gracias, Catalunya.