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Canarias tiene un límite

Los gobiernos canarios e insulares han entregado a empresas foráneas el multimillonario negocio de la energía, como ya lo hicieran con el agua y el turismo

El turismo siempre se dio por bueno para Canarias porque era fuente de riqueza para las Islas, según el repetido adoctrinamiento de la clase política y sus ramales mediáticos, pero esto nunca se ajustó a la realidad. La riqueza creada se va fuera del archipiélago, puesto que la mayor parte de empresas vinculadas al turismo tienen su sede fiscal fuera de Canarias, en donde pagan sus impuestos y revierten sus plusvalías. Entre tanto, la cacareada creación de empleo se ha convertido en un mercado de precariedad laboral que roza la esclavitud, con una escasa o nula promoción interna para los trabajadores canarios. Las infraestructuras hoteleras ocasionan además una sobrecarga al territorio que soportan las administraciones canarias.

La soberanía alimentaria es sin duda una entelequia con el actual modelo económico, siempre favorecedor del negocio de la importación, manejado por muy pocas manos. Las grandes superficies son también grandes compradores, por lo que tienen en su mano la posibilidad de estrangular el escuálido mercado local. Hay herramientas de control o compensación para evitarlo, pero los grandes operadores son alimañas insaciables y la clase política no está por la labor. Las peculiaridades del archipiélago canario y la dejación política, cuando no complicidad, convierten a sus ciudadanos y agricultores en cautivos de los grandes depredadores especulativos.

El medio ambiente ha sido siempre la hermanita pobre de Canarias. Pese a nuestro clima y nuestra geografía privilegiada. La actividad depredadora del territorio, en sus múltiples facetas, ha primado sobre su protección. La recalificación de terrenos para favorecer la construcción indiscriminada ha sido siempre marca de la casa. Las faraónicas obras energéticas en marcha y sus proyectadas y kilométricas líneas de conexión son el fiel reflejo del desprecio más absoluto al territorio. Desprecio que, en islas como Gran Canaria, una de las más afectadas por la superpoblación y construcción, se ha venido a denominar de forma burlesca “ECOISLA”.

Las energías renovables, como futuro sostenible y soñado para Canarias, no está siendo sostenible, convirtiéndose en un bisnes para cuatro empresas. En realidad, se ha convertido en “EL GRAN NEGOCIO” de los de siempre. Los gobiernos canarios e insulares han entregado a empresas foráneas el multimillonario negocio de la energía, como ya lo hicieran con el agua y el turismo. Se consienten, además, tremendas agresiones medioambientales con la disculpa de la “utilidad pública”, por lo que se destrozan barrancos y parajes protegidos sin que duelan prendas la brutal agresión. Se permite, además, con la misma disculpa, que se inunden todo tipo parajes agrícolas con molinos y placas fotovoltaicas, así como torres y líneas de alta tensión para su interconexión. El tránsito a las energías renovables se está produciendo con el mismo modelo especulativo y depredador que el turístico.

El agua siempre fue otro de los grandes negocios en Canarias, entregada también a grandes compañías foráneas, vinculadas a los grandes negocios de la desalación y de la construcción. Canarias está más necesitada que nunca de proyectos serios, integradores y de futuro. Hay proyectos muy serios que apuestan por recuperar gran parte de los pozos y galerías existentes, con una nueva planificación e interconexión, pero parece ser que duermen en los cajones de los mayordomos político. También tenemos otra asignatura pendiente con la depuración natural. Clama al cielo que se sigan instalando grandes bombas de impulsión en nuestras medianías; molestas, costosas y de grandes consumos eléctricos, sin ni siquiera explorar proyectos de depuración natural que llevan decenios funcionando -con excelentes resultados- en muchos lugares de Canarias.

Es urgente poner en marcha PROYECTOS DE TRANSPORTE y MOVILIDAD INTEGRAL PARA CANARIAS, un territorio limitado y superpoblado, solventado hasta ahora con la construcción de grandes carreteras, ya sobrepasadas y saturadas por la excesiva densidad de tráfico. La carencia de alternativas y la fuerte presión del lobby automovilístico son los causantes del desesperante panorama actual. Se hace imprescindible un proyecto intermodal de transporte público para Canarias, hasta ahora inexistente, que conecte todos los núcleos poblacionales con la frecuencia y fluidez debida. Es la única alternativa a estos proyectos faraónicos y desconectados de la realidad de las islas. El tren, tal y como se nos presenta, parece otra turbia apuesta especulativa más que una solución al transporte público.

La superpoblación de Canarias demanda soluciones urgentes. Hace tiempo que este archipiélago superó todos los límites admisibles, por lo que hay que implementar medidas serias que pongan freno a esta masificación descontrolada.

Para las élites empresariales y gobernantes nunca importó el color de piel mientras los inmigrantes llegasen con las carteras bien abultadas, pero ahora toca pensar en los canarios porque “Canarias tiene un límite”.

Paco Vega

elrincondemaestropancho.blogspot.com

Foto cabecera: El País Canario

 

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